La asignación de recursos económicos en los presupuestos de las distintas Administraciones es el indicador más eficiente para valorar la verdadera voluntad que cada una de ellas tiene en los temas objeto del gasto público. La macro visión en cada una de las áreas de interés público dónde se han de aplicar no da una percepción de toda la realidad presupuestaria, que queda difuminada en el desglose de detalle en cada nivel de ejecución, requiriendo para su análisis trabajar a partir de los gastos concretos previstos y de la eficacia en su gestión.
En la distribución de cifras en el alto nivel de los presupuestos del Estado español, el gasto en I+D+i se agrupa para su comprensión, valoración y análisis en la denominada Función 46 (F46).
Este concepto engloba por su finalidad el gasto que se realiza en los distintos ministerios con un mismo objetivo horizontal. La F46 es ejecutada en porcentaje diverso por seis ministerios: Transporte Movilidad y Agenda Urbana, Industria Comercio y Turismo, Asuntos Económicos y Transformación Digital, Ciencia e Innovación, Derechos Sociales y Agenda 2030 y el de Universidades. La actual denominación del F46 es consecuencia de haber añadido en 2021 la Digitalización a los conceptos tradicionales de Investigación Desarrollo Tecnológico e Innovación, lo que produce objetivamente una dificultad para evaluar por comparación el montante total del presupuesto en relación con años anteriores.
No hay ninguna duda que, por la magnitud económica y la orientación del contenido añadido, la adición de la digitalización no tiene ningún significado para la actividad real, ni para el impulso del Sistema Español de Ciencia, Tecnología e Innovación (independientemente de que fuera decisión voluntaria con alguna orientación especifica o consecuencia de otras necesidades no explicitadas), produciendo una distorsión evidente en el proceso de análisis y evaluación del sistema, dando una imagen poco real del mismo.
A pesar de ello desde su publicación, los presupuestos de 2023 han sido analizados y en este caso específico de la F46, es de reseñar la publicación del análisis específico de ésta Función (presentada el 13 de abril por la Profesora de Investigación del CSIC Alicia Durán desde la Federación de Servicios a la Ciudadanía de CCOO, el número 40 de su serie histórica iniciada en 1983), que con independencia del mayor o menor acuerdo sobre los comentarios o consecuencias que el informe presenta, el conjunto de datos y su tratamiento, así como la solidez de la serie histórica lo hacen un documento de gran valor.
El informe titulado: PG 2023 de I+D+i ¿el fin de una ilusión? además del detalle y comparación del presupuesto de este año con los inmediatos anteriores (en el que se pueden ver el impacto espectacular del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia en los años 2021,22 y 23), pone especial énfasis en señalar la incertidumbre respecto a qué pasará cuando se terminen estos fondos europeos específicos, máxime cuando señala que del análisis de la evolución de los datos en la serie histórica de los capítulos presupuestarios del 1 al 7 (que son el gasto representativo real del sector), se comprueba que en este año se alcanzan los 3.837 M€, un 8% por debajo (340 M€), de la cantidad equivalente en 2009 que fue 4.176 M€. Es decir: todavía el Sistema Español de I+D+i no se ha recuperado el nivel anterior a la crisis de 2008.
La lectura de las cifras en la visión histórica de 40 años que el documento hace posible muestra con claridad que la I+D+i no ha sido una preocupación del país, las variaciones presupuestarias han estado y están ligadas directamente a la coyuntura, lo que muestra la realidad inequívoca de que los dirigentes (todos) no creen más allá de lo que “toque decir”. Que la I+D+i sea la clave del futuro no es una afirmación gratuita, ya que los países que lo creen la utilizan como una herramienta contra cíclica, aumentando el % de la inversión en los períodos en que el resto de las partidas disminuyen lo que ha demostrado con claridad su eficacia.
Los resultados son perfectamente conocidos: España está lejísimo de aproximarse al objetivo (antiguo de Lisboa) de alcanzar el 3% del PIB de gasto en I+D+i y las consecuencias socioeconómicas que tienen en el los países que si lo han alcanzado, siendo por el contrario, realmente evidente ver cómo el salario medio español y el número de parados se mantiene lejos o se separa aún más de los países europeos con los que nos debemos comparar.
Esto no es una sorpresa, es algo conocido social y políticamente aceptado, que recibe en el mejor de los casos declaraciones de “buenas intenciones y deseos de mejora” acompañado (cuando la coyuntura lo hace posible), de algún parche concreto o algún anuncio de hechos ocasionales o futuros que puedan ser esperanzadores.
Esta realidad no se corresponde, ni es consecuencia de que el país tenga alguna limitación insalvable o que los españoles tengan capacidad insuficiente para la I+D+i, todo lo contrario, se constata continuamente, al comparar resultados valiosos obtenidos en España que son permanentemente superiores respecto a los medios empleados y circunstancias generales del sistema nacional de I+D+i.
Con todo lo sucedido hasta ahora ha sido grave y es la causa de la situación actual, pero en el Mundo que está llegando y en el que está por venir, la separación en las condiciones de bienestar de los ciudadanos va a ser cada vez mayor, en función de la posición que tengan los países en la generación y mantenimiento de su sistema socioeconómico en base al conocimiento.
La situación no es fácil porque no se trata solo de aumentar la inversión en I+D+i, es que además es necesario gestionarla bien, la asignación de fondos debe hacerse de acuerdo con una estrategia, que tiene que evitar lo que se conoció en su momento como la Paradoja Europea (el aumento del gasto requiere gobernanza para convertirlo en factor económico), se trata de producir ciencia del mejor nivel internacional y hacer que la ciencia ( producida localmente o no), sea soporte del núcleo de la actividad económica.
Los indicios no son buenos, la integración de instituciones científicas temáticas orientadas a sectores económicos específicos y de valor para el país, como ejemplo la del Instituto Español de Oceanografía IEO en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas CSIC (por razones exclusivamente de incapacidad para tener una gestión administrativa adecuada), colaboran a desequilibrar la orientación del sistema de ciencia español, justamente en dirección contraria a lo necesario.
En Canarias, víspera de elecciones autonómicas, es necesario hacer un análisis de situación y de lo hecho en el período que concluye y sobre esta base se debería intentar iniciar un camino que permita abordar alguna vez la salida de la situación actual que sitúa al sistema canario de I+D+i en la cola de todos los indicadores relevantes y tratar que tenga la utilidad que es posible para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos.