Nuclear y gas ¿verdes?

Canarias 7

En esta página de reflexión, hemos recogido en muchas ocasiones como la Comisión Europea ha venido articulando con continuidad y perseverancia la necesidad de impulsar con determinada firmeza, planes y recursos, la aceleración del desarrollo y despliegue generalizado de las energías renovables, como contribución a la reducción de los Gases de Efecto Invernadero (GEI) con el fin de impedir o minimizar el calentamiento del planeta y el cambio climático.

Esta visión ha formado parte del núcleo de la Estrategia Europea de los últimos años, incorporándose como pieza clave para impulsar la salida de la pandemia del CV19 y con carácter general al crecimiento económico y bienestar de los ciudadanos europeos, prácticamente hasta 2050, además es uno de los ejes centrales de la proyección internacional de la Unión, asumiendo de forma explícita en muchos casos, la voluntad de liderazgo global tanto como factor ejemplificante, como por las decisiones tomadas en el marco regulatorio propio y por el compromiso impulso y cooperación para este fin, con otros países y organizaciones.

Adicionalmente, se han impulsado como consecuencia de la guerra en Europa medidas extraordinarias (comunicación REPowersEU), que tratan de sumar las necesidades y carencias que la guerra ha aflorado como un impulso adicional y acelerador del desarrollo del sistema de energía basado en las renovables. A pesar de todo ello, el miércoles 6 de julio de 2022 el Parlamento Europeo ha tomado una decisión crítica (que tiene que ser refrendada por el Consejo de Europa), rechazando el veto (por 328 votos a favor, 278 en contra y 33 abstenciones), que trataba de impedir la inclusión de la energía nuclear y el gas como actividades económicamente sostenibles y asignar a estas tecnologías el carácter de energías verdes en el espacio de taxonomía donde se incluyen todas las energías renovables. Todo indica que salvo la gran sorpresa (que el Consejo de Europa optara por una decisión contraria), esta medida entrará en vigor el 1 de enero de 2023.

Es necesario señalar que la inclusión del gas y energía nuclear en la taxonomía verde de la Unión Europea (conjunto de regulaciones europeas para la gestión de la sostenibilidad), identifica para las empresas e inversores que pueden incluirlas en sus planes de descarbonización, lo que les permitirá acceder a todas las ventajas de la iniciativa de estímulos europeos que se están impulsando, tales como: etiqueta ecológica de la UE; bonos y productos financieros verdes y de la mayor importancia: acceder en las mismas condiciones que las energías renovables al porcentaje del 37% mínimo que los países comunitarios están obligados a invertir en reformas ecológicas como parte del Pacto Verde Europeo, incluso pueden ser incluidas en las acciones a apoyar y financiar con los 672.500 millones de euros del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia.

Esto ocurre a pesar de un amplísimo consenso científico técnico que señala lo evidente, que la combustión del gas fósil produce CO2 que se sumará al crecimiento continuado global que se está produciendo y que la energía nuclear, aunque no produce directamente CO2 tiene un impacto ambiental indeseable, según los consensos sociales amplios en la mayoría de los países, salvo casos excepcionales como Francia (a quién se atribuye un papel central en el impulso de la entrada de la energía nuclear en la taxonomía verde europea).

Lo que se conoce más o menos, respecto a ¿por qué? y ¿cómo? se ha producido esta contradicción, no aporta probablemente nada nuevo a la realidad evidente de que no es fácil gestionar en la Unión Europea ni siquiera los temas de mayor trascendencia, la diversidad intrínseca de las realidades físicas y sociales del conjunto de países que la integran…es una de las causas. A esta realidad sin duda, se debería prestar la mayor atención y perseverar e impulsar los mecanismos de cooperación esenciales en el proceso de convergencia social que la Unión Europea supone. A pesar de la importancia y trascendencia de cómo se ha llegado a esta situación, la realidad mundial en que ocurre, pasa inmediatamente la atención a cuáles son o pueden ser las consecuencias de esta decisión.

Es seguro que el alcance real no ha sido considerado lo suficiente, ya que de haberlo sido, con seguridad, habría sido divulgado ampliamente, lo cual es evidente no ha sucedido y se constata claramente en los comentarios y críticas sobre el acuerdo no están siendo utilizados.

Sin embargo, hay efectos que, aunque sean difíciles de cuantificar si son posibles de ser señalados y cualificados por el potencial de los daños que producirán.

Un primer ejemplo claro de esta situación es como daña al liderazgo europeo internacional esta contradicción, en el gran objetivo de minimizar, detener, revertir, los efectos negativos del cambio climático global, lo que “no solo” es un problema reputacional (que ya de por sí tiene efectos importantes), sino que el desvío o reorientación de fondos hacia estas tecnologías limitará la capacidad de liderazgo efectivo, aunque seguramente, lo que va a producir un mayor efecto negativo es la confirmación de convertir la certeza de la dificultad de conseguir los objetivos climáticos globales en los hitos 2030, 2050 y 2100, en la certeza de su imposibilidad.

Algún argumento coyuntural trata de justificar el acuerdo por las necesidades urgentes actuales, pero no es cierto (en ninguno de los dos casos), ya que el tiempo de desarrollo de un nuevo proyecto de central nuclear es mayor que el necesario para poner en operación la misma potencia de generación en base a energía eólica o fotovoltaica y en el caso del gas, su papel en los próximos años va a ser el mismo, ya que estaba previsto ser el combustible fósil de transición, por sus ventajas ambientales respecto del petróleo. Lo que señala con claridad que su inclusión en la taxonomía verde lo que hace posible es desarrollar proyectos más allá (o mucho más allá) del tiempo en que la crisis actual se supone los hace necesarios.

Con todo, lo que puede ser peor del acuerdo tomado es el factor desalentador para los ciudadanos europeos en general y cómo se va a hacer de difícil a los responsables de los países que se han opuestos (entre ellos España,) para pedirles mantener el compromiso y afrontar los costes de la transición a energías limpias, cuando otros países próximos van a optar por vías menos costosas en la intensidad de esfuerzo socioeconómico necesario.

Es importante mantener el nivel de información, desarrollo de conocimiento y compromiso social en relación con los efectos que el cambio climático está produciendo y los que producirá. Es difícil en estas circunstancias como ya hemos compartido, pero es más necesario que nunca, ya que el impulso que se está perdiendo en la voluntad de alcanzar los objetivos climáticos, que se está mostrando inevitable en esta dramática crisis, será muy difícil de retomar, cuando quiera que termine.

¡COMPARTE!

Compartir en facebook
Compartir en twitter
Compartir en linkedin