2ª Conferencia de la ONU sobre los océanos.

Canarias7

Durante esta semana pasada se ha venido desarrollando en Lisboa la segunda conferencia (la primera se celebró en 2017) de Naciones Unidas sobre los océanos, impulsada conjuntamente por los Gobiernos de Kenia y Portugal. La prevista en 2020 se tuvo que aplazar como consecuencia de la pandemia del CV19.

La información que este tipo de conferencias produce es enorme y necesita tiempo para su estudio, sin embargo, lo que siempre en un principio sucedía era el impacto mediático de los comunicados y anuncios más relevantes de los intervinientes principales. En este caso, la primera impresión que se tiene es que la actualidad mundial tan compleja y preocupante, ha influido en la gran dificultad para que las noticias sobre la Conferencia hayan podido hacerse hueco en los medios generalistas.

Esta circunstancia concreta, permite reflexionar sobre la dificultad de mantener la atención necesaria sobre determinados temas de gran importancia y trascendencia (pero de largo recorrido), en este caso la necesidad de conservación y uso de los océanos como tarea global. Es muy probable que la explosión del proceso inflacionario general (consecuencia de distintas causas incluyendo la coyuntural derivada de la guerra en Europa), durará más o menos, pero pasará, habiendo producido efectos económicos sociales indeseables de todas dimensiones y cuando esto suceda, las preocupaciones y necesidades sobre la conservación y gestión del océano mundial persistirán y con mucha probabilidad habrán aumentado por problemas sobrevenidos de las crisis actuales.

En este sentido, indicar que la delegación de Ucrania, en Lisboa, ha planteado en su intervención, como la guerra potencialmente se puede convertir en una catástrofe medioambiental global, señalando que: “hay varios miles de delfines muertos en el Mar Negro; más de 20 parques naturales y reservas están sufriendo daños y vertidos de sustancias químicas contaminantes como efectos colaterales o como parte de los elementos explosivos utilizados en la guerra” señalan además, que este efecto puede no quedar circunscrito al Mar Negro y puede extenderse al Mediterráneo.

Por todo ello y no como distracción o falta de atención a la realidad acuciante, sino como parte de la responsabilidad colectiva y de la certeza de la eficacia de la distribución social de misiones y funciones, es necesario mantener el esfuerzo y los trabajos concretos en necesidades estratégicas como en este caso las relativas al presente y futuro de los océanos.

Como adelanto del conjunto de información cuantiosa y valiosa que la Conferencia está produciendo, recogeremos los elementos centrales del mensaje de Antonio Guterres (Secretario General de la ONU), en el que trata de concretar la visión global y la dirección de avance en torno a cuatro ideas centrales:

Invertir en economías oceánicas sostenibles: “Mares sanos para un futuro común” partiendo del hecho contrastado que señala al objetivo 14 (de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible), como el que ha recibido el menor apoyo. Esta situación contrasta con la información generalizada que señala a la gestión sostenible de los océanos como soporte de producción para la sociedad (más de 6 veces de alimento y 40 de energías renovables que en la actualidad).

La segunda idea identificada es como replicar el “éxito de los océanos” que viene a señalar que la gestión adecuada de los bienes comunes en el océano internacional que suponen su conservación requiere prevenir y reducir la contaminación marina de todo tipo. Dado que la mayor parte de la contaminación en los océanos es de origen terrestre, proyecta hacia las costas la necesidad y el éxito de su control.

El tercer elemento identifica la necesidad de protección de las personas cuyas condiciones de vida dependen directamente de los recursos marinos y con una visión más amplia, los que sitúan sus medios de vida en las zonas costeras y necesitan que se conserven y restauren las condiciones propias de cada espacio, a la vez que requieren sistemas de alarma para protección contra catástrofes de origen marino o inversión en infraestructuras resilientes a los efectos previsibles del cambio climático.

Finalmente, el Secretario General identificó la necesidad evidente de más ciencia e innovación para impulsar “un nuevo capítulo de la acción mundial sobre los océanos” qué concretó en: una invitación a que todos se sumen al objetivo de cartografiar el 80% de los fondos marinos para 2030; animar al sector privado a unirse a las asociaciones que apoyan la investigación y la gestión sostenible de los océanos; instar a los gobiernos a ser más ambiciosos en sus acciones para la recuperación de los océanos y por último: extender a todas las personas la necesidad de compromiso con la acción oceánica.

En esta aproximación inicial al contenido de la Conferencia, tiene sentido mostrar simultáneamente a la visión estratégica de futuro hecha por el Secretario General, alguna de las visiones que la acompañan con la misma orientación (hechas por responsables de organizaciones y países), como un ejemplo de la multitud de información, datos concretos y relevantes que también son aportados.

En este bloque se puede señalar la última entrega del Informe: “Estado mundial de la pesca y la acuicultura” realizado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Pesca (FAO), con el enfoque específico “Hacia la transformación azul” y que es sin duda el documento de referencia mundial en estos temas. Informe a partir del cual se tiene la mejor aproximación a datos (referidos al 2020) del máximo interés, entre que se deben señalar por su significado los siguientes:

La producción mundial de animales acuáticos y algas fue 214 millones de toneladas; el valor en primera venta de esta producción 406.000 millones de dólares USA; la pesca marina 78,8 millones de toneladas; los trabajadores totales fueron 58,2 millones (el 21% mujeres); los desembarques de poblaciones explotadas de forma sostenible fueron el 82,5% en 2019 (un 3,8% más que en 2017).

Estos datos son el máximo de producción históricos hasta el momento, siendo un 30% más altos que la media de la década (2000-2010). Este aumento es consecuencia del crecimiento de la acuicultura, mientras que la pesca cayó ligeramente (4% respecto a la media de los 3 últimos años).

Como tendencia se espera un incremento continuado de la acuicultura hasta alcanzar los 106 millones de toneladas en 2030 (probablemente a menor ritmo de crecimiento) y un incremento del 6% de la pesca (hasta el 2030 respecto del 2020), como consecuencia de una mejora importante de la gestión pesquera, particularmente basada en la reducción de los descartes, desperdicios y pérdidas.

Se estima que el consumo per cápita (CPC) de alimentos acuáticos (excluidas las algas), aumentará un 15% hasta alcanzar los 21,4 kg en 2030 como continuación del aumento (a un ritmo medio del 3%) producido desde 1961. Esta tasa ha sido dos veces superior al crecimiento de la población mundial, lo que ha supuesto en la práctica duplicar el CPC mundial desde esa fecha.

En este contexto de mercado global creciente, sabiendo además que el potencial de crecimiento del CPC en Canarias (a partir del valor actual de 18,9 Kg mínimo español en 2020), es enorme y teniendo en cuenta que: las condiciones objetivas para su desarrollo son magníficas; el atractivo empresarial evidente; la aportación a la diversificación económica y creación de empleo necesarias y disponiendo la Comunidad Autónoma de las competencias necesarias para impulsarla y gestionarla adecuadamente… Cabe preguntarse: ¿Por qué la acuicultura en Canarias sigue debilitándose de forma continua?

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