El seguimiento de cualquier actividad para ser eficiente requiere hacer periódicamente una revisión, balance de los hechos y una referenciación respecto del grado de consecución de los objetivos que se hubieran planteado o que se han tratado de conseguir. El «fin de curso» se mantiene como una referencia social aceptada para este tipo de reflexiones y es a este hito periódico al que se referenciará el presente análisis.
Comenzaba el «curso» con la magnífica noticia de la aprobación por el Consejo de Gobierno de Canarias (15 de julio de 2021) de la Estrategia Canaria de la Economía Azul 2021-2030, un documento de referencia bien realizado, prudente en su contenido general y particularmente en sus objetivos, pero en cualquier caso, perfectamente útil para servir de marco y herramienta de estímulo a su finalidad de impulsar la Economía Azul.
En un año completo (ya cumplido), lo que ha trascendido hasta el momento, es que todavía no se ha completado la puesta en marcha del esquema de gobernanza y en consecuencia no ha arrancado la operación regular y efectiva de la Estrategia. La frustración por esta circunstancia podría ser más alta si no estuviera matizada por los antecedentes: se han tardado nueve años desde que la Comisión Europea identificó la necesidad de esta Estrategia en los marcos competenciales específicos y cuatro años del mandato expreso de su establecimiento explícito en la comunicación: COM(2017) 623: “Una asociación estratégica renovada y más fuerte con las Regiones Ultraperiféricas de la Unión Europea”.
El Plan de Transición Energética PTCAN 2030 es también un documento estratégico de trascendencia y repercusión para el Crecimiento Azul, que sitúa la generación eléctrica azul como la clave para el futuro del sistema en Canarias y al igual que la Estrategia Canaria de Economía Azul (con su mismo marco temporal 2030), cumple los requisitos de calidad y robustez teórica y hacen planteamientos generales y de objetivos muy prudentes.
Las dos Estrategias, en conjunto obvian plantear que es la interconexión eléctrica submarina (del núcleo de islas constituido por La Graciosa, Lanzarote, Fuerteventura, Gran Canaria, Tenerife y La Gomera), la clave para conseguir la autosuficiencia energética sostenible del Archipiélago y la base de un sector exportador con potencial de constituir el10-15% del PIB regional, además de hacer posible plantear el pleno empleo por primera vez en la historia de Canarias.
Esta situación de desconexión entre la planificación y la realidad en Canarias no es nueva: El PROAC como gran herramienta de planificación para la acuicultura (que necesitó más de 10 años para su elaboración y aprobación), que debería hacer posible la puesta en producción del potencial extraordinario de las islas para esta actividad (en condiciones ambientales sostenibles, aportando volumen económico y empleo en cantidad/calidad significativo), ha conseguido el efecto justamente contrario: dificultar de forma sustancial la actividad existente y desalentar de forma radical a las nuevas iniciativas.
No es mejor la situación de las actividades con atención “limitada o inexistente”, como ejemplo de actividad limitada, la pesca, en su doble vertiente: la realizada por la flota canaria o por la flota foránea en caladeros internacionales con base en Canarias, que tanto en conjunto como individualmente son un valor económico y social relevante para el Archipiélago. Aunque las medidas que necesitan son distintas, ambas actividades requieren atención y decisión para dar estabilidad y certezas para consolidar sus posibilidades de futuro.
Como ejemplo de inexistente pero de potencial interés está la minería submarina que tiene una posición conceptual destacada y necesitan una atención decidida (que es obvio requieren mucho estudio y valoración), en cualquier caso las decisiones tardarán en tomarse, por lo que es en este tiempo cuando se debe generar el conocimiento y establecer la posición social al respecto, aunque la realidad es que esta necesidad se va obviando y posponiendo por no afronta la controversia previa que se plantea desde el momento inicial.
La Hoja de Ruta para el Desarrollo de la Eólica Marina y de las Energías del Mar en España (aprobada en diciembre del 2021 en el ámbito estatal y de gran repercusión directa en Canarias), se ha planteado también como la herramienta de impulso para el desarrollo de la Energía Azul, trata de mejorar la situación (todavía no acumula un retraso significativo a pesar de no haberse publicado aún los POEM), pero no resuelve la dificultad jurídico administrativa objetiva del marco existente, anunciándose la elaboración de un nuevo marco mejorado.
Está situación de la burocracia es “muy europea” y en estos momentos de crisis solapadas y crecientes se evidencia la necesidad de no intentar mejorar los procedimientos existentes sino cambiar paradigmas y hacer nuevos marcos (en esa dirección, la Comisión Europea ha impulsado su Comunicación REPowerEU y se están promoviendo cambios legislativos en Alemania).
En este «curso» se viene constatando que el aprovechamiento de los fondos de recuperación se está realizando en cantidades razonables, a través de los que se reparten en base a necesidades verificables, o a través de mecanismos previamente existentes, pero también que no hay expectativas de atraer recursos para impulsar proyectos de dimensión económica y/o estratégica de importancia, las causas ya han sido analizadas y requieren como era previsible esfuerzos adicionales para tratar de atraer o radicar algunos.
No hay ninguna razón sensata para no haber materializado la transferencia de las competencias en costas desde la administración central a la autonómica y es imprescindible que se produzca a la mayor brevedad posible, los recursos no pueden ser la excusa (hay soluciones como en Escocia que, salvando todas las distancias, se ha mostrado el ejemplo de financiación de este tipo de servicios para el desarrollo de las energías renovables marinas de forma eficaz).
Los ejemplos descritos (de realidad difícil), no deben promover el desaliento, sino por el contrario, su conocimiento e identificación señalan la tarea y focalizan el trabajo necesario a realizar, al que hay que aplicarse. Tampoco debe entenderse como ausencia de avances y éxitos que son más fáciles de transmitir y siempre hay voluntarios para hacerlo. No se puede dejar de referenciar en este contexto de Crecimiento Azul (porque puede no ser evidente para todos) que la puesta en marcha de las obras del sistema de almacenamiento de Chira en este curso es sin duda un hito de la mayor relevancia para el futuro de la producción de Energía Azul en Canarias.
El próximo «curso» es un tiempo de oportunidades (sobre un contexto de peligros y dificultades objetivas y de dimensión difícil de cuantificar y sin referencias anteriores), por lo que se requiere la mejor aportación del todos los actores y la mayor concertación público-privada