La reciente publicación por el Ministerio de Agricultura Pesca y Alimentación del Informe del Consumo Alimentario en España 2022, ofrece una vez más la posibilidad de realizar análisis de importancia en base a una información de calidad y metodología robusta. El Informe corresponde a los datos globales de consumo, entre los cuales tienen su apartado específico los productos de la pesca (parte central y básica de la Economía Azul y de sus componentes más tradicionales). El consumo de pescado es el mercado al que se dirigen un conjunto de actividades (flota pesquera, construcción, mantenimiento y el resto de la cadena de apoyo) de la Economía Azul directa o indirectamente.
La perspectiva actual de la Economía Azul abre la oportunidad de considerar una actividad claramente sectorial como la pesca dentro de un conjunto económico más complejo, permitiendo evaluar los problemas y ventajas actuales y su perspectiva de futuro con una visión novedosa y sin duda con más ventajas.
La perspectiva histórica reciente de la pesca y de la pesca española como potencia internacional del sector, arrastra una imagen social negativa como consecuencia de las evidencias claras de su impacto sobre los recursos pesqueros objetivos y sobre el medio ambiente conexo, que han venido siendo publicitados de forma muy amplia con carácter general.
Sin embargo, la realidad actual para ser entendida debe ser interpretada conociendo las razones que produjeron su origen, que se sustentaron en dos circunstancias objetivas:
Prácticamente hasta los años 60 del siglo XX los recursos pesqueros se consideraban de facto “ilimitados” lo que hacía que los países costeros no limitaban las capturas a barcos de otros países (es histórica la pesca de bacalao por españoles y portugueses en el Atlántico Norte desde Europa hasta América sin ningún tipo de restricción).
Los recursos pesqueros eran ilimitados como consecuencia de su relación con el esfuerzo pesquero que se realizaba, por lo que las capturas respecto al recurso eran sostenibles para los stocks explotados.
Este equilibrio natural se rompe después de los conflictos bélicos de mediados del siglo XX, que produjeron una enorme necesidad de alimentos en general y proteínas en particular, lo que condujo a los países a encontrar en la pesca la forma más rápida y efectiva de conseguir una importante cantidad de proteínas para su población y en consecuencia el rápido aumento del número de barcos, cada vez mas grandes y potentes dirigidos a especies y lugares a lo largo del océano mundial, rompiendo con la misma rapidez el equilibrio natural anterior.
En la medida que se fueron conociendo los ejemplos de ruptura del equilibrio se generaron reacciones y mecanismos de protección tanto nacionales como internacionales el Tratado de Naciones Unidas donde se establece la Zona Económica Exclusiva ZEE de los países costeros es el primer paso global en el esfuerzo por volver a el equilibrio de la actividad pesquera.
El último Informe de la FAO 2022 señala que más de 500 poblaciones de peces explotadas en el mundo (casi un 35% del total), están sobreexplotadas, indicando también que el 82% de la pesca desembarcada es de pesquerías sostenibles, lo que señala claramente el avance del esfuerzo de control y racionalización y el importante trabajo que resta para alcanzar la sostenibilidad de la pesca.
El conjunto señala que manteniendo y perfeccionando los mecanismos de administración de las pesquerías conforme a la tendencia consolidada, alcanzar el 100% efectivo de la sostenibilidad de las pesquerías mundiales es perfectamente posible y que la actividad pesquera podrá seguir aportando entre 90 y 100 millones de toneladas al año de proteínas de muy alta calidad. El desarrollo paralelo de la acuicultura está supliendo y completando la necesidad de proteína que la pesca no puede ni podrá atender en el futuro.
El Informe del Ministerio 2022 señala que en España el consumo de pescado per cápita (kilogramo/persona, Kg/p), ese año fue de 19,19 Kg/p, que supone una reducción de importancia desde los 22,72 Kg/p en el año 2021. Aunque la reducción es general en todas las distintas formas (fresco, congelado, conservas…), existen diferencias de importancia: el pescado fresco (qué es el 42% del consumo total) descendió un 16% y a pesar de esta reducción, la producción nacional dio una cobertura del mercado español que apenas alcanzó al 60,5% en valor económico, con un déficit de más de 3.500 M€ en 2022.
Adicionalmente, si hay un acuerdo general aceptado es que el consumo de pescado es “bueno” para la salud y en consecuencia no es una buena noticia la disminución de su consumo (un indicio más de la evidencia de empeoramiento de la dieta nacional).
Las consecuencias desde la perspectiva global y de la Economía Azul en particular es clara:
Hay que alcanzar lo antes posible la sostenibilidad completa de todas las pesquerías españolas y se ha de contribuir en la parte que corresponda, a la sostenibilidad de las pesquerías en aguas de terceros países, donde la flota española opera, tratando que su actividad sea una contribución neta positiva para las necesidades españolas.
Igualmente, también es evidente la necesidad de impulsar la acuicultura española de forma rápida y decidida: El futuro de la cadena de valor que movilizará ambas actividades tiene capacidad para romper la tendencia actual de decrecimiento del sector pesquero y previsiblemente del de la acuicultura en un futuro no muy lejano.
El análisis del dato nacional medio de 19,19 Kg/p da una distribución por comunidades autónomas que señala que el mayor consumo se produce en: Asturias (24,54), Galicia (23,05) y País Vasco (22,85) y el menor en las comunidades de: Valencia (17,46), Extremadura (16,29) y el último lugar corresponde a Canarias con (14,47).
Las razones de todo tipo que justifican los consumos aportan informaciones de interés para tratar de articular medidas que produzcan el incremento deseable, entre todas ellas destaca la renta, el Informe señala que es el nivel económico el principal determinante, de forma que las rentas altas y medias altas tiene un consumo anual de 24,72 Kg/p (que es mayor que el de Asturias, comunidad de líder de consumo) y que Canarias se encuentra en consecuencia de su renta, por debajo de 17,92 Kg/p, que corresponde a la media del consumo de las rentas más bajas del país.
El escenario señala para Canarias claramente la conveniencia de mejorar el consumo y que esa mejora debería estar apoyada en: la sostenibilidad de sector pesquero propio, el desbloqueo e impulso de su acuicultura y la generación de mayor valor añadido en toda la cadena de valor, generando crecimiento económico y empleo que impulsarían adicionalmente el consumo.
El momento es adecuado en la medida que el periodo de planificación y ejecución de todos los niveles de la Administración se han sincronizado en la mayor parte del país, pero requiere compartir y concertar las Estrategias, Planes y Acciones entre ellas y con los actores socioeconómicos involucrados a la mayor brevedad posible para que sean efectivas.