En estas mismas páginas se han recogido consideraciones respecto de líneas de pensamiento y reflexión (apoyadas con información y documentaciones diversas) que están alcanzando relevancia y vienen a considerar: Que no es posible plantear con los estándares de las sociedades más desarrolladas actuales, que las necesidades del futuro de la humanidad puedan ser cubiertas a través del crecimiento económico que sea necesario.
Como es evidente, se ha mantenido la denominación genérica de estos artículos semanales de “crecimiento azul”, sin transigir en participar de la tendencia generalizada de hablar de “economía azul” como si fuesen conceptos equivalentes y como reflejo de la tendencia concurrente con la reflexión que se hace en el artículo de hoy, que señala cómo se está dotando al concepto de “crecimiento económico” de elementos peyorativos como consecuencia de los daños ambientales históricos producidos y conocidos (sirva de gran ejemplo el aumento del CO2 atmosférico).
En principio no parece desacertado alejarse del concepto de “crecimiento económico” utilizado como excusa para la multitud de desastres producidos conocidos (no sabemos cuántos aun no conocidos), como se refleja en la lista de hallazgos a medida que aumentan los estudios y trabajos de análisis y caracterización. No obstante, y es el objeto de este artículo: Se ha de tener cuidado con las consecuencias sobre las perspectivas de futuro que la estigmatización del Crecimiento Económico puede tener.
Los dos argumentos fundamentales que se utilizan como base para impulsar y mantener esta estigmatización son: La “finitud de los recursos” derivada de la propia del planeta (que se puede y debe aceptar mientras no se demuestre la posibilidad de traer recursos desde fuera) y el “crecimiento de la población”.
La combinación de ambos, junto con el aumento creciente de recursos consumidos por persona, conduce y produce la imposibilidad de que las necesidades previstas para la humanidad puedan ser atendidas, sin que ello produzca un colapso ecológico (que en definitiva cerraría la perspectiva de su propia finalidad).
La consecuencia de estos argumentos y de su planteamiento es que las perspectivas del “futuro posible para la humanidad” no es mejorar las condiciones de vida de todos: Las condiciones del futuro estarían basadas en el decrecimiento económico y consecuentemente en el de las expectativas de condiciones de vida de todos los ciudadanos del planeta.
No es posible sin crecimiento económico, aumentar las condiciones de vida de las personas que ahora no las tienen, ni ahora ni en el futuro, dentro de este planteamiento, para que las mejoras necesarias de parte de la población mundial sean posibles, tendrían que ser atendidas por perdidas de las condiciones que disfrutan en la actualidad otra parte de la población.
Este planteamiento basado en la limitación objetiva de los recursos parece más realista al enfrentarlo con la idea de que el desarrollo de la ciencia, la tecnología y sus aplicaciones medioambientalmente sostenibles serán capaces de atender las necesidades humanas y hacerlo de forma suficiente, equilibrada y mejor que las actuales. Idea que se convierte en una “Utopía” por estar pendiente de conseguirse.
El crecimiento de la población como argumento de soporte de la catástrofe de la humanidad, fracasó (como está demostrado en la actualidad). Hoy existe capacidad muy sobrada de producir alimentos y medicamentos para que “nadie” pase hambre en el mundo y para que a ningún ser humano le falte la medicina necesaria. Por tanto, es un problema de reparto, en definitiva, de lo que hoy viene a llamarse “Gobernanza”.
La consecuencia es clara, si según se deriva de la “reflexión”, en la actualidad no es posible atender las necesidades básicas de alimentos y medicinas de parte de ciudadanos que lo necesitan sin menoscabo de las condiciones de la otra parte que no las necesita (que tiene niveles de vida muy superiores), resulta probablemente más “utópico” pensar que será posible en algún momento del futuro un reparto de recursos más reducidos por el que una parte importante de habitantes del planeta tendrán que reducir sus condiciones y expectativas de vida para que otra parte pueda alcanzar las mejoras imprescindibles.
También es sorprendente que no se incluya en la “reflexión” que la única herramienta conocida eficiente para el control de la población es el crecimiento económico: Los cinco países con una tasa mayor de hijos por mujer, son los cinco países con la renta per cápita más baja del mundo y los cinco países con la renta más alta, tienen una tasa de menos de dos, lo que garantiza el control de la población. No hay ninguna duda respecto de que la mejora de las condiciones de vida reduce la natalidad.
Considerando que los dos grandes bloques de necesidades son la energía y las sustancias:
En el caso de las energías la generación y desarrollo aceleradísimo de las energías renovables y la investigaciones y ensayos en curso sobre la energía de fusión permiten vislumbrar un futuro donde la disponibilidad de energía necesaria, con impactos ambientales mínimos en valor absoluto (no por comparación con el de las energías fósiles), será más que suficiente.
La generación y disponibilidad de las sustancias necesarias, se ha iniciado con carácter general mediante lo que se ha venido en denominar: Economía Circular, que permite en la actualidad recuperar cantidades importantes de sustancias que se perdían, con una proyección de alcanzar porcentajes de reciclaje cada vez más altos. Se ha de entender que con una recuperación del 50% (el objetivo es recuperar por encima del 90%) multiplicaría por cinco la disponibilidad de las sustancias para atender las necesidades correspondientes.
En los casos en que las cantidades recicladas no alcancen para cubrir la demanda necesaria, la disponibilidad de energía y tecnología abre nuevas vías de producción. En el caso del agua, como ejemplo, la potabilización de agua de mar con consumos energéticos decrecientes y con la eliminación de los rechazos permite prever la disponibilidad del agua necesaria. Serán posibles nuevas aproximaciones como los “ríos inversos”, para realimentar los caudales naturales, permitiendo la recuperación ecológica que hoy pudiera parecer imposible.
Con seguridad las dos aproximaciones extremas de futuro:
La de estabilizar el atendimiento de las necesidades de los ciudadanos del mundo tratando de fijar el objetivo estable en niveles generales inferiores a los disfrutados en las zonas más desarrolladas del mundo actual: “Decrecimiento”
La de tratar de alcanzar niveles generales iguales o superiores a los mejores actuales en base al “Crecimiento Sostenible”
Son dos ejercicios en los que la especulación es un elemento central, pero las consecuencias son absolutamente distintas:
La primera tiene una ventaja dialéctica que es la aceptación de la finitud de los recursos, que es de “sentido común”, mientras que el crecimiento económico basado en el “conocimiento científico” tiene desventajas dialécticas por no ser ni evidentes ni fácilmente entendibles para la mayor parte de los ciudadanos.
Lo que da lugar a un debate social implícito o explícito en el que es imprescindible fomentar la mayor participación pública documentada posible