La Unión Europea ha ido articulando una visión en torno a la cual se va consolidando un sentimiento común muy europeo, basado en la consideración (convertida en acción) por la cual, el crecimiento económico que debe hacer posible el bienestar de los ciudadanos, es absolutamente compatible con la conservación del medio ambiente, es más, son dos procesos continuos cada vez más exigentes que se alimentan mutuamente. En base a esta visión central se van articulando estrategias, políticas y acciones diseñadas para hacerlo posible.
El título que encabeza este artículo es el de la Directiva COM (2021) 400 f que da soporte al Plan de Acción de la UE “contaminación cero para el aire, el agua y el suelo” en 2050, año para el que la Unión se ha propuesto simultáneamente alcanzar la neutralidad climática, haciendo del conjunto de estos dos objetivos la estrategia socioeconómica más ambiciosa, nunca antes planteada.
La Directiva especifica con claridad que se ha de entender literalmente, de forma que en esta fecha la contaminación del aire, agua y suelo, serán reducidas a unos niveles que ya no se consideren perjudiciales para la salud y los ecosistemas naturales, que respetarán unos límites aceptables para nuestro planeta, generando de este modo un entorno sin sustancias tóxicas.
La descripción de esta misión europea incluye en este corto texto varias declaraciones trascendentes en el entendimiento de la relación de las actividades y sus impactos “contaminantes” en la perspectiva de futuro a largo plazo:
- Asume el objetivo inequívoco alcanzable de conseguir unos niveles de contaminación que se consideren no perjudiciales, ya que la erradicación total del impacto contaminante de la humanidad no es posible.
- Establece que los niveles límite deben evitar los perjuicios para la salud de los humanos y los ecosistemas naturales, lo que incluye la protección de todos los elementos del planeta.
- Se consigue también de esta forma una responsabilidad que va más allá de los ciudadanos europeos y territorios de la Unión, estimulando así, de forma efectiva una contribución significativa al impulso global, asumiendo con claridad, al menos, una parte del liderazgo necesario para que sea posible el objetivo.
Este liderazgo ha contribuido de forma efectiva al establecimiento de la agenda 2030 para el desarrollo sostenible de las Naciones Unidas. Aunque como se ha señalado el objetivo europeo se establece para 2050, esta Directiva ha establecido para 2030 (en coincidencia con la estrategia global y como referencia de avance), 6 objetivos concretos para reducir:
En más de un 55% las repercusiones en la salud, muertes prematuras por la contaminación atmosférica.
En un 30% el porcentaje de población que sufre molestias crónicas por el ruido del transporte.
En un 25% los ecosistemas de la Unión Europea en los que la biodiversidad está amenazada por la contaminación atmosférica.
En un 50% las pérdidas de nutrientes, el uso y los riesgos de plaguicidas químicos, el uso de los más peligrosos y la venta de antimicrobianos para animales de granja y para la acuicultura.
En un 50% de los residuos plásticos del mar y en un 30% de los microplasticos vertidos al medio ambiente.
De forma significativa la generación total de residuos y en un 50% los desechos municipales residuales.
Tradicionalmente las Estrategias Europeas explicitadas a través de Directivas, habían sido criticadas por la poca concreción en medidas específicas y por la falta de calendarios concretos para su ejecución, afortunadamente las críticas han sido atendidas y las últimas fijan objetivos concretos (como los que han sido transcritos), a los cuales se les ha marcado calendario para de este modo, disponer de herramientas que permitan un seguimiento y valoración de su desarrollo. En este caso, la Directiva se desarrollará mediante 33 medidas específicas (a las que se les señalan fechas concretas de referencia), agrupadas en 9 conjuntos denominados Iniciativas Emblemáticas, con títulos orientativos atractivos tales como: Mejorar nuestra salud y bienestar; Vivir dentro de los límites de nuestro Planeta o Promover el cambio total en favor de una contaminación cero…
Como se ha señalado en ocasiones anteriores, el marco europeo establece la estrategia, traza los planes generales para toda la Unión, provee de mecanismos para su desarrollo (incluyendo en muchos casos el apoyo financiero) y en los temas de mayor importancia establece medidas de impulso y correctivas, incluyendo las sanciones en caso de incumplimiento.
En este contexto, todos los actores implicados, dependiendo de su responsabilidad (las administraciones nacionales de todos los niveles en particular), deben prestar atención para fomentar el aprovechamiento de las oportunidades, evitar o minimizar los daños y perjuicios que se pudieran derivar.
Específicamente, en lo relativo al medio marino las medidas 11,12 y 14 encuadradas en la Iniciativa Emblemática 3, señalan: En la (11), que se revisará la Directiva Marco sobre la Estrategia Marina, donde están incluidos el grueso de los temas relevantes para el medio marino, en la (12) se singulariza el nivel de ruido y desechos marinos y en la (14) se apoya la acuicultura más competitiva y sostenible, aspectos todos del mayor interés para el Archipiélago Canario.
A la concreción de cualquiera de los aspectos específicos de cada uno de ellos debe prestarse la atención suficiente, por ejemplo, para el seguimiento de cumplimiento del Objetivos 5, donde señala que se empleará como referencia de su progreso la supervisión de las cantidades de basura en las playas (como exige la Directiva marco sobre la Estrategia Marina), en Canarias grupos de investigación de las universidades y centros de investigación, han venido estudiando este problema tanto a nivel de basura, como de micro, meso y macro plástico, incluyendo los “tar” (aglomerados de productos orgánicos diversos), notificando áreas con concentraciones de cierta importancia y evidenciando también que el origen más probable de los mismos es ajeno a las islas, a las que son arrastrados por las corrientes.
Esto debe ser seguido con cuidado para comprobar la evolución favorable como consecuencia de las medidas que la Directiva plantea, tomar medidas de control, seguimiento y remediación propias (nacionales, autonómicas, insulares o municipales), además de evitar efectos adversos que puedan preverse y en particular los reputacionales, que para un archipiélago turístico como Canarias son de la mayor relevancia.