Otra Estrategia Energética Posible

Canarias7

En el mes de agosto ha sido noticia cotidiana (y sigue siéndolo) el precio mayorista de la electricidad en España, que como es sabido (a pesar de la desconexión de Canarias de la red continental europea, afortunadamente, aunque ahora no lo parezca), es el precio que se aplica aquí y en el resto de los sistemas no peninsulares (en mi opinión esta denominación es poco afortunada por muchas razones de todo tipo, y nada descriptiva de las situaciones a las que se aplica), que probablemente solo tienen en común la propia denominación y el hecho de tener tarifas inferiores a los costes de producción en cada uno de ellos.

El sistema eléctrico canario es una contribución permanente al sobrecoste de la energía eléctrica nacional (a pesar de haber transferido un 50% a los Presupuestos Generales del Estado), lo que es consecuencia histórica de un reparto competencial entre las Administraciones, que por su concepción intrínseca y por la ineficiente capacidad de cooperación entre ellas nos ha traído hasta el presente, donde es muy difícil de entender la situación, si tenemos en cuenta la disponibilidad de recursos naturales para la producción energética en Canarias y los avances tecnológicos en el campo del aprovechamiento de las energías renovables ocurrido en los últimos treinta años.

Estamos en una coyuntura clave, las decisiones que se tomen en los próximos 2/3 años marcarán el futuro del Archipiélago y sus ciudadanos por lo menos hasta el año 2050, límite de las actuales previsiones estratégicas. Los indicios no parecen señalar que se estén dando condiciones para una mejora sustancial de las circunstancias (de gobernanza) que nos han traído hasta aquí.

Cómo se ha señalado, el objetivo de conseguir una energía eléctrica barata y abundante para el conjunto de la actividad económica tradicional del Archipiélago no se ha conseguido, ni parece fácil que se haga en el tiempo necesario para aprovechar las inmejorables posibilidades actuales en el marco europeo y ayudar a hacerlo posible.

Contribuye adicionalmente a esta ineficiencia en la toma de decisiones los debates artificialmente forzados entre las distintas aproximaciones, focalizados de un lado en la producción eléctrica más o menos concentrada y de otro según convenga, entre la eficiencia en producción y consumo o entre el ahorro y la limitación de las actividades demandantes de energía. No entraremos aquí en este debate/reflexión que es en sí mismo importante, sino que nos centraremos por su oportunidad, en el hecho sustancial que señala que los sistemas eléctricos cuanto más pequeños y aislados son más frágiles y caros.

En Canarias se viene avanzando en la dirección de la mejora de esta situación. El primer paso fue la conexión eléctrica en 2005 entre Lanzarote y Fuerteventura (de 66 kilovoltios de potencia, mediante un cable submarino de 14,5 km de longitud a menos de 40m de profundidad), operativo por muchos años, habiéndose iniciado no sin dificultad los trabajos para una segunda conexión de 132 kilovoltios (prácticamente de la misma dimensión física), que se prevé entre en funcionamiento el próximo año 2022, a la que se añade casi simultáneamente, la interconexión Gomera/Tenerife (de 66 kilovoltios, 36 km de longitud sobre un fondo de profundidad máxima importante de 1.145m). Es evidente que son pasos en la dirección adecuada, pero también lo es (basta comprobar el tiempo que ha sido necesario para cada proyecto, que siempre han sido difíciles y han llegado “tarde”), manteniendo durante este tiempo su contribución a los sobrecostes del sistema.

Fue también claro en su momento, que el paso siguiente (por la tecnología disponible) era conectar el sistema Fuerteventura/Lanzarote con Gran Canaria, para lo que se iniciaron los estudios, incluyéndose en la programación de inversiones de Red Eléctrica Española, con previsión de realizarse (un doble circuito de 132 kilovoltios) en el periodo 2015/2020.

Se produce la controversia interinstitucional (un ejemplo típico derivado de la incapacidad de gobernanza), en este caso la judicialización que paralizó el proyecto, con la consecuencia de la perdida de oportunidad (ya veremos si se puede recuperar). En este tiempo de debate se demuestra la ineficacia de la coordinación/cooperación de las partes, factor clave en el pasado de la situación calamitosa actual que ha impedido llegar al mejor acuerdo posible.

La paralización temporal o definitiva del proyecto  para la conexión entre Lanzarote, Fuerteventura y Gran Canaria, ha tenido como consecuencia indirecta que el enlace realmente clave para el sistema eléctrico canario, conectar el sistema Gomera/Tenerife con el Gran Canaria/Fuerteventura/Lanzarote, que ahora es técnicamente posible (como se ha demostrado en proyectos de mayor longitud y profundidad actualmente en desarrollo, alguno de los cuales han tenido un apoyo financiero europeo determinante).

Adicionalmente, se desplaza hacia un futuro incierto e imprevisible la oportunidad  de conexión de estas cinco islas, que permitiría alcanzar un sistema de mayor dimensión, dando mucha robustez y seguridad al sistema eléctrico canario y permitiría aumentar enormemente la participación de renovables haciendo posible la integración de un sistema de almacenamiento distribuido, cuya primera pieza es el sistema Chira/Soria, conectado con otro elemento de almacenamiento de magnitud comparable en Tenerife, unido a un conjunto bien gestionado y distribuido de baterías (incluyendo las de los vehículos y de almacenamiento de hidrógeno generado en los valles de consumo), lo que puede permitir que el objetivo de 100% renovable y autonomía energética sea posible.

Todo lo dicho conceptualmente, está planteado para dar soporte al conjunto de consumos regionales actuales y futuros, que se mantienen en un equilibrio de expectativas de disminución por mejoras, en la eficiencia e incrementos derivados del desarrollo esperable/deseable del crecimiento económico incremental en la economía canaria, capaz de generar el empleo y desarrollo necesarios.

Sin embargo, no se encuentran en el debate, las enormes posibilidades de crecimiento económico que el sistema eléctrico descrito hace posible en Canarias, por dar soporte al aprovechamiento de las extraordinarias condiciones naturales de viento, luz y olas para producir hidrógeno y otros productos asociados, tanto para los consumos propios como para las exportaciones que estas capacidades harían posible, fundamentalmente como abastecedores de los nuevos combustibles para las flotas de largo recorrido, manteniendo y reforzando la posición en este servicio con la radicación de un incremento extraordinario de valor añadido. En otro momento trataremos de valorar las consecuencias para Canarias de no poder generar la cantidad necesaria de hidrogeno (y asociados) a precios competitivos.

Esto no se produce de forma espontánea, ni se puede improvisar, requiere una estrategia, el establecimiento de una planificación clara y transparente que den certezas para concitar la atracción de iniciativas tanto internas como externas, que lo hagan posible.

 

 

 

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