El pasado 3 de marzo se presentó el Manifiesto para el desarrollo de la eólica marina promovido por el recién constituido Foro Eólico Marino, impulsado desde la Asociación Empresarial Eólica. El Manifiesto se soporta en la convicción de sus promotores (170 en el momento de la presentación) de qué «la eólica marina constituye una oportunidad única e irrepetible para España, para la creación de empleo y el desarrollo económico y social en las zonas costeras y el posicionamiento como país industrial e I+D+i».
El Manifiesto recoge información de amplio conocimiento general de las características y estimaciones nacionales e internacionales sobre la necesidad y dimensión de la eólica marina, organizándose en tres bloques:
En el primero se relacionan las catorce razones por las que la eólica marina flotante constituye una gran oportunidad para España.
En el segundo, el Foro recién constituido se compromete con carácter general a «contribuir de forma decidida al pleno desarrollo de la energía eólica marina en España, en línea con los objetivos establecidos en la hoja de ruta, apostando por un despliegue ordenado de la eólica marina, con la sostenibilidad como un pilar central de nuestras actuaciones y contribuyendo a convertir a España en un referente internacional en capacidades industriales y en el desarrollo tecnológico de la eólica marina flotante». Concretando doce compromisos explícitos y claros.
En el tercero, plantea una solicitud a las administraciones públicas para el establecimiento de un marco claro, previsible, estable y transparente, con un calendario plurianual de procesos de concurrencia competitiva que incluya la celebración de una primera subasta de eólica marina en este año 2022 y detallando los siete pasos que entienden son necesarios para ello.
Es inevitable plantear: ¿Por qué? las principales empresas e instituciones que han acreditado el interés y en muchos casos la capacidad demostrada de impulsar esta actividad industrial (en otros países), que es crítica para los objetivos ambientales vitales para el Planeta, entienden que es necesario organizar una plataforma de representación y de impulso, cuando la mayor parte de las administraciones de nivel europeo, nacional, autonómico, insular y local responsables, han mostrado su compromiso y en muchos casos, establecido objetivos cuantificados y temporizados para ello.
Sin duda y con claridad, la distancia entre las declaraciones referidas y los elementos objetivos que deberían hacerlas posibles es enorme, de hecho, en este momento, la tramitación de propuestas está administrativamente paralizada y no hay en ninguna fecha conocida para que se produzca el desbloqueo. Es más, la planificación del espacio marino que ha incumplido el plazo de referencia establecido por la Comisión Europea (que necesariamente es previa a cualquier autorización), está en situación de qué “en breve culminará”. Está planificación es un requisito para poder arrancar cualquier proceso que tenga como fin la implantación de parques marinos en España.
La situación descrita no es casual, ya que la capacidad técnica y empresarial nacional demostrada por la participación en proyectos en otros países, no ha podido desarrollar en los últimos 20 años ni un solo proyecto de generación eólica comercial (apoyada o fijada en el fondo). Se ha argumentado en algún momento, que las características de la plataforma marina española han sido la causa de esta situación, pero lo que ha podido ser una dificultad objetiva, no es sin duda suficiente para que no exista ni un solo parque instalado.
Esto es claro, ya que en el momento que la tecnología ha hecho posible la eólica flotante (que permite soslayar las dificultades derivadas de las características de la plataforma), no solo no se ha permitido la instalación de un solo parque comercial, sino que la realidad confirma que se han impedido incluso los proyectos piloto planteados. El caso de referencia es el parque flotante de mayor importancia internacional instalado en Kincardine (Escocia), que fue planteado inicialmente para instalarse en el suroeste de la isla de Gran Canaria y que a pesar de haber obtenido un importante apoyo económico de la Unión Europea (en el programa NER300), tras un exigente proceso competitivo no puedo instalarse aquí y si lo hizo en Escocia, contribuyendo a que allí se hallan asignado diecisiete emplazamientos para la generación eólica con una potencia prevista de 24.826 MW, de los cuales 14.976 serán flotantes.
Está contradicción evidente entre la voluntad expresada en la Hoja de Ruta y la realidad de la inexistencia de un solo parque eólico de producción en el Estado, indica una importante y objetiva resistencia, qué, sin duda están en el origen de la creación del Foro Eólico Marino y el planteamiento del Manifiesto comentado.
La realidad confirma la existencia de una resistencia que ha sido eficaz, pero que ha de objetivarse y tiene que ser abordada con decisión y rigor si realmente se quiere hacer posible la eólica marina en España.
Las reacciones que se han producido frente a las iniciativas que se van planteando prácticamente en cualquier lugar de la costa española, van recogiendo los elementos centrales de la resistencia: Los medioambientales; paisajístico-turísticos; y pesqueros. Que sin duda son bien conocidos y que en cualquier proyecto que pudiera ser autorizado tendrán que estar considerados adecuadamente (no se puede olvidar que estas instalaciones en el mar se sitúan en dominio público, lo que no sucede con las terrestres).
No obstante, es imprescindible que mientras se avanza en el marco regulatorio y en los procedimientos administrativos que se derivarán del mismo (señalando un marco temporal más prolongado de lo necesario), es cada vez más urgente mostrar que los tres elementos de resistencia pueden ser bien afrontados y sus efectos eliminados o minimizados razonablemente. Considerando que además los efectos son temporales y recuperables tras la retirada de las instalaciones, que además en base a la selección de los lugares donde podrán realizarse, a los requisitos que se establecerán para ello y las mejoras tecnológicas disponibles y en desarrollo, producirán sin duda contribuciones a las mejoras y potenciaciones, tanto en la conservación y protección ambiental como en las actividades turísticas y pesqueras especificas, en el entorno local de cada instalación. A lo que se ha de añadir los efectos de carácter general, ambientales, económicos y de empleo.