La autonomía energética es algo más

Canarias7

En las circunstancias actuales, la autonomía energética se plantea plena de consideraciones estratégicas de dimensión y consecuencias impensables apenas hace unos días. Sin embargo, abstrayéndonos de esta realidad inminente de dimensión europea y global, en las islas la autonomía energética ha sido imposible e inimaginable durante la era de los combustibles fósiles y casi termina con los bosques insulares en el periodo previo a la generalización del uso del carbono y los derivados del petróleo.

El desarrollo de las energías renovables, inicialmente muy limitado y con un importante  agnosticismo sobre sus posibilidades hasta hace muy poco tiempo, ha abierto una nuevo escenario global al cual, probablemente, no se le está prestando la atención necesaria, para entender y establecer el verdadero significado del papel qué pueden y deben tener, más allá de la mera incorporación como fuente energética de sustitución,  que además por las circunstancias actuales se va a acelerar hasta límites impredecibles.

En Canarias, esta “nueva era» debe afrontarse con una visión y estrategia propia que abra la posibilidad de alcanzar objetivos imposibles hasta este momento. Es obvio y evidente que el primero de ellos, inexcusable y urgente, es conseguir una producción eléctrica 100% renovable que permita  al Archipiélago ser contribuyente neto positivo a los objetivos ambientales globales y dejar de ser una carga absurda en los costes del sistema eléctrico español. Los cuales son de tal magnitud anual, que hacen posible (si se gestiona adecuadamente), financiar cualquier inversión necesaria para conseguir este cambio.

Para evitar controversias artificiales, ha de entenderse, que aquí, siempre que se habla de aumentar la capacidad de producción a partir de unidades productivas de gran dimensión (imprescindibles para disminuir el coste unitario y que son las adecuadas para alcanzar los objetivos en Canarias debido a las  dimensiones de las islas y su nivel de protección), se hace siempre considerando estas grandes unidades como elementos complementarios y adicionales al conjunto de productores y consumidores en la red y los permanentes retos, que son el conseguir la mayor reducción de consumo que no ponga en riesgo o hagan imposible la solución para las necesidades de los de los ciudadanos y la actividad económica, introduciendo la mayor cantidad de autoconsumo que sea posible,  todo ello apoyado en la gestión más eficiente de la red.

Este conjunto de elementos integrados y bien operados adquiere su máximo sentido y eficacia cuando se adecuan a las condiciones y características de cada espacio físico y socioeconómico, qué en Canarias es la isla, en cada una de ellas se deben aprovechar las ventajas y minimizar las carencias y limitaciones.

El proceso es conocido, pero no termina de ser fácil, en El Hierro, el proyecto de Gorona del Viento, ya ha alcanzado un grado de madurez y aceptación, siendo un ejemplo que empieza a señalar cuál es la dimensión de la aportación de la energía eólica al mix energético insular, fijando el porcentaje de la energía complementaria necesaria para alcanzar el 100% renovable en esa isla.

Por otro lado, en Gran Canaria, se ha puesto en marcha “formalmente” las obras del Salto de Chira (con un nivel de dificultad incomprensible considerando la trascendencia, calidad, oportunidad, ventajas para los ciudadanos, el medioambiente y las actividades económicas de todo tipo que la ejecución del proyecto tendrá para esta isla), que adicionalmente, como pronóstico propio basado en el seguimiento de la evolución técnica y socioeconómica, se puede señalar que, a partir de que empiece a funcionar, los beneficios generales van a ser de mayor dimensión e importancia que los previstos en su diseño.

En cada isla además de encontrar la combinación de soluciones más adecuadas se debe añadir el enorme potencial derivado de las conexiones eléctricas interinsulares. Esto permitirá alcanzar una dimensión y distribución de las energías renovables, que no solo dará mayor capacidad estabilidad y robustez al sistema eléctrico resultante, sino que hace posible el impulso de las actividades económicas tradicionales y la introducción de nuevos sectores, que permiten por primera vez en la historia plantearse el pleno empleo en las islas.

El impulso de las tradicionales se dirige a la producción de agua sin reserva para atender los consumos de la población; para facilitar y dar soporte adicional al turismo; y a impulsar la agricultura (que partiendo de la realidad actual permitan incorporar nuevos cultivos de interés y valor). Completar y aprovechar las posibilidades que el impulso de estas actividades puede generar para Canarias no será fácil, a pesar de que forman parte de la lógica socioeconómica insular tradicional y conocida.

Hay una nueva lógica que se relaciona con las actividades emergentes, más difíciles de poner en valor y que se derivan de las tecnologías que deben permitir el aprovechamiento energético de la situación geográfica de Canarias (cantidad de radiación solar; vientos alisios; régimen de olas de generación local derivada de los alisios en verano y en invierno por los temporales del Atlántico Norte). Todo lo cual debe permitir la producción de hidrógeno verde (que muy probablemente en plazo más corto del previsto será generado por hidrólisis directa de agua de mar) en condiciones competitivas internacionales, además de todos los productos derivados, amoniaco, gases orgánicos sintéticos… y toda la actividad industrial asociada.

A la dificultad intrínseca de cada una de estas actividades emergentes, para conseguir generar el crecimiento económico que tienen en conjunto, se ha de añadir que es justamente el conjunto el que tiene que ser orientado por una “Estrategia Regional” que sea atractiva, clara y que dé las seguridades necesarias para movilizar los actores económicos capaces de hacerlos posibles. Hay que tener en cuenta que muy probablemente será al menos muy conveniente la atracción de actores internacionales de relevancia. Para estas entidades la transparencia de las propuestas técnicas y la seguridad de los marcos reguladores son los elementos claves para decidir el establecimiento de sus actividades.

A la Estrategia se ha de añadir la decisión firme y determinada en todos los niveles, para concitar encuentros, visiones, acciones concertadas y colaborativas entre actores públicos y privados, la movilización de la formación, la I+D+i y la generación de tejido socioeconómico especifico.

 

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