Barreras no tecnológicas

Canarias7

La industrialización de las actividades humanas dedicadas a atender las necesidades de la población se inicia con las máquinas/motores de vapor, sus aplicaciones al transporte y a una serie difícil de ordenar y clasificar de aplicaciones con muy diferentes formas técnicas y finalidad socioeconómica. A partir de este inicio el desarrollo tecnológico se convierte en un proceso imposible de describir con precisión y detalle, introduciendo en la línea de avance hitos de relevancia como el motor de combustión, la fusión nuclear, informática, telecomunicaciones (incluyendo el transistor), la inteligencia artificial…

En la actualidad, la historia y comprensión del desarrollo tecnológico merecería tener una mayor atención en los contenidos de la formación académica, lo que sin duda daría herramientas y criterios para entender, enfocar y actuar frente a las necesidades actuales y futuras de las sociedades. Probablemente para abordar este tema, el mayor problema específico sería como combinar la cantidad y calidad de la información existente con sus repercusiones socioeconómicas reales. En esta reflexión, sin embargo, no se tratará de analizar el resultado y potencial del desarrollo tecnológico desde su conocimiento, sino desde su utilización para atender las necesidades socioeconómicas de la población.

El estudio promovido y publicado por el Club de Roma “Los límites del crecimiento” (Meadows et al.1972), fue de forma indirecta (aunque no evidente entonces y probablemente tampoco en la actualidad), el escenario en el que se ha de situar la relación entre la ciencia y la tecnología con las necesidades sociales. El informe, en su momento tuvo un gran impacto en el debate político, económico y geoestratégico, comunicando resumida una idea fuerza de gran simplificación y muy fácil de transmitir: “los recursos actuales y futuros no serán suficientes para satisfacer las necesidades básicas que demanda el crecimiento de la población mundial”. No fueron necesarios demasiados años para demostrar (sin ninguna duda), que no tenían razón y que el desarrollo tecnológico había generado la capacidad de atender “sin mayores problemas” las necesidades básicas de alimentación y medicamentos mundiales.

Aunque cómo se sigue demostrando cada día (también en la pandemia CV19), sigue habiendo cantidades importantes de población mundial mal o poco alimentadas y un importante número de personas sin vacunar o mal vacunadas… Por tanto, no es la existencia de solución tecnológica el condicionante (según el problema concreto de que se trate son muchos los determinantes específicos), en su conjunto se viene a encuadrar para muchos análisis en la denominación de: “barreras no tecnológicas”.

Antes de enfocar el significado de las barreras no tecnológicas en los problemas específicos del Crecimiento Azul, conviene dejar claro de forma explícita, que la caída en desgracia de los “análisis maltusianos” entre los que se encontraron los estudios publicados por el Club de Roma no debe hacer parecer que muchas de sus reflexiones (quizás no las más mediáticas en su momento), no sigan teniendo relevancia. En ellas se están apoyando los nuevos maltusianos, poniendo en la actualidad como límites el impacto ambiental y el agotamiento último de los recursos críticos para el sostenimiento de las necesidades de la población mundial, utilizándolos para oponerse a otros enfoques que se basan en el desarrollismo sin límites de base tecnológica para hacer posible el atendimiento de todas las necesidades.

Aunque el salto argumental pudiera parecer demasiado grande, es útil para evidenciar cuál es la naturaleza última de problemas cotidianos actuales y por tanto entender dónde se debe poner la atención, el esfuerzo para resolverlos y confrontar estos criterios con ejemplos concretos.

Esta semana el Consejero de Transición Ecológica, Lucha contra el Cambio Climático y Planificación Territorial del Gobierno de Canarias (J. A. Valbuena) anunció en el marco de la Feria Internacional Wind Europa 2023 que el Estado pretende sacar adelante el concurso específico de las islas, por más especificidad, que será en la de Gran Canaria, poniéndolo en relación con el almacenamiento hidráulico en el salto de Chira, sin ningún lugar a dudas un anuncio magnífico y de la máxima importancia.

Sirve este anuncio como ejemplo inequívoco para entender claramente el significado del concepto de “barreras no tecnológicas». La primera cuestión para dilucidar es si la tecnología está real y empresarialmente disponible (en Canarias, por sus características, los dispositivos captadores deben ser flotantes).

Hace 10 años, en 2013, se preparó un proyecto que tenía como objetivo instalar cuatro o cinco generadores flotantes (con potencias de 5 a 8 MW cada uno), en Gran Canaria. En julio de 2014 fue concedida por el Programa Europeo NER 300 una ayuda en la cantidad necesaria para compensar los desajustes de precio entre la energía eólica flotante y la convencional en aquella fecha (entre 30 y 40 M€), la cantidad hubiera dependido de la tarifa a que hubiese sido vendida la producción.

El proyecto fue imposible, con seguridad hoy habrá quien tratará de explicar qué era un “proyecto inmaduro”. En muchas ocasiones (porque el proyecto finalmente termina por no hacerse), la justificación de que realmente no era posible puede no rebatirse. En este caso sin embargo la empresa (ACS-COBRA) una vez constatada la imposibilidad de desarrollarlo en Canarias, buscó y trasladó el proyecto a Escocia (específicamente a Kincardine), donde está funcionando desde octubre de 2021. La instalación fue en su momento la mayor planta de producción eólica flotante del mundo, con capacidad de alimentar a 50.000 hogares escoceses y habiendo movilizado según diversas informaciones una inversión por encima de los 400M€.

En resumen: se han perdido hasta día de hoy, más de 10 años de desarrollo del proyecto y al menos cuatro de tener incorporada la producción en Canarias (con la consiguiente disminución en las emisiones de gases de efecto invernadero GEI) y un sin número de experiencia y capacidades que no se han desarrollado.

Es un “ejemplo de libro” de lo que son las “barreras no tecnológicas”. ¿Qué se ha hecho aquí en ese periodo de 10 años? simplemente “perder el tiempo”. Siendo el promotor el mismo y la normativa europea básica aplicable también la misma (todavía Gran Bretaña estaba dentro de la UE): ¿Por qué fue posible allí y no aquí?, la respuesta es simple: los ciudadanos y sus representantes políticos aquí entienden que es aceptable (por ser inevitable) que nos pongamos impedimentos de todas clases que eviten el progreso socioeconómico medioambientalmente sostenible.

La realidad es que en España no hay ninguna posibilidad salvo en Gran Canaria (donde también sin duda será difícil), que salga adelante un concurso para la instalación de parques eólicos marinos en el futuro próximo, si no se resuelven las barreras no tecnológicas las consecuencias serán: no reducir durante más tiempo la emisión de GEI, impedir la creación de empleos de calidad, disminuir la competitividad y credibilidad de las empresas españolas del sector en el ámbito internacional, ralentizar (con riesgo de frustrar) el desarrollo industrial paralelo y sinérgico de la producción de hidrógeno y otros productos asociados, sistemas de almacenamiento, etc.

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