El análisis del significado y potencial de la acuicultura, en el contenido de este artículo, requiere hacer precisiones del significado y contexto para que pueda tener alguna utilidad. La acuicultura ha sido una actividad tradicional y antigua, ampliamente extendida en el mundo, tanto en aguas marinas como continentales, incluyendo la producción de animales y plantas, que en tierra son equivalentes a la ganadería y la agricultura. La acuicultura actual nace el siglo pasado, cuando se hace evidente que el crecimiento y desarrollo de la pesca tenía límites y que estos no eran suficientes para atender la demanda global.
Los últimos datos disponibles de la Organización de las Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura FAO (recogidos en el informe de Apromar 2020) señalan que la producción acuática mundial (pesca más acuicultura) alcanzó en 2018 los 211,9 Millones de Toneladas (MT), desglosándose en 97,4MT de la pesca y 114,5 MT de acuicultura. En el caso de la pesca, iguala el volumen de captura de 1956, superando lo que se había considerado como techo «definitivo» de la actividad pesquera (fijado en los análisis prospectivos previos en 95 MT) mientras que la acuicultura se consolida, por sexto año consecutivo, en la superación de las capturas de pesca (en 2018 17,1MTmas), con un incremento anual del 2%.
El aumento de disponibilidad en la producción, junto con las mejoras notables en las técnicas y capacidad de conservación, en los canales de distribución y en la renta disponible, ha permitido según el informe SOFIA de la FAO, que el consumo per cápita mundial pudiera pasar de los 9 Kg en 1961a los 20,5 kg en 2018,. Estos datos de la acuicultura y la pesca suponen el 17% de la ingesta de proteínas animales mundiales, siendo además de especial valor por su alta calidad, su digestibilidad y la inclusión de todos los aminoácidos esenciales. Esta información toma un valor global de importancia, si se considera que la población mundial en 1960 era de 3.000 millones de personas y qué en la actualidad somos aproximadamente 3600 millones.
En consecuencia, cualquier previsión de futuro sobre la acuicultura se ha de contextualizar en referencia a las previsiones de crecimiento de la población, de sus necesidades, capacidades y condiciones de ser atendidas. Las últimas proyecciones que circulan con carácter general (incluyendo las de la ONU), señalan que a mitad de siglo estaremos en aproximadamente los 9.100 millones de personas y a finales de siglo en torno a los 11.000 millones, estas proyecciones son muy consistentes con lo que ha venido sucediendo en los últimos 200 años, pero también están siendo sometidas a reservas considerando la rapidez con la que se van presentando escenarios y circunstancias que pueden afectar al crecimiento y que no se han dado en los periodos anteriores.
En cualquier caso, la demanda de proteínas que se plantea es enorme y tiene que ser atendida por una combinación de las de origen vegetal y/o animal que está por determinar y dentro del componente animal se encontrará una participación significativa de las proteínas provenientes de la acuicultura.
Junto al crecimiento en la necesidad de proteínas, se va consolidando la evidencia de que no puede ser cubierta por el simple crecimiento de las tecnologías actuales, por cuánto el desarrollo acelerado de la ganadería en los últimos años (a pesar de haber sido una práctica consustancial con el desarrollo social de la humanidad) ha puesto en evidencia su impacto ambiental, hasta el punto que la FAO estableció la “Agenda global para la ganadería sostenible” qué pretende actuar como estímulo en la cooperación de los actores relacionados con el uso de los recursos naturales y la “Alianza sobre la evaluación ambiental y desempeño ecológico de la ganadería” a fin de elaborar directrices técnicas para el sector, que puedan ser ampliamente reconocidas.
Frente a esta realidad, la acuicultura ha aparecido como una metodología más sostenible medioambientalmente, basándose entre otras características en un “Índice de Conversión, IC » muy bajo (el IC es en el resultado de dividir el número de kg de alimento dado por el número de kg de peso que genera) que en la actualidad se sitúa en torno a 1,5 para la mayor parte de los cultivos comerciales, aunque en algunas plantas de salmón se sitúa en torno a 1. Con relación a este índice se han introducido reservas sobre su “verdadero” significado ya que consideraciones de más detalle lo pueden asimilar a resultados similares a los obtenidos en ganadería.
Este contexto general debe dar paso a la realidad próxima, que sitúa a la Unión Europea como el mercado mundial más relevante del mundo para los productos acuícolas, que en 2019 tuvo un consumo de 12,8 MT de las que 9,5 MT fueron importadas. Este enorme déficit abre una oportunidad extraordinarias para Canarias, por cuánto se dan condiciones naturales excepcionales para el crecimiento de especies existentes (clasificadas como mediterráneas) de alto valor en el mercado, producidas en condiciones de aguas oceánicas limpias, en condiciones de impactos ambientales mínimos y gestionables.
Esto hace posible una diferenciación de calidad, de origen y de productos altamente demandados, que permitirían grandes dimensiones de producción y qué añadirían ventajas competitivas adicionales. Para que esto sea posible, es necesario asegurar las garantías ambientales, haciéndolo de forma efectiva y radical. No hay contradicción entre el tiempo para la aplicación efectiva de dichas garantías y el tiempo necesario para su desarrollo y gestión administrativa (hay que tener voluntad y poner los medios para hacerlo).
Las competencias esenciales para el desarrollo de la acuicultura son autonómicas y la experiencia en los últimos 20 años han demostrado la incapacidad de poner en valor las excepcionales condiciones de Canarias para la acuicultura. Es el momento de aprovechar el potencial de la acuicultura en Canarias como «uno» de los motores para salir más fuertes de crisis y como coyuntura para alcanzar una dimensión significativa y de importancia en el futuro del mercado europeo.