Energías Renovables, Hidrógeno e Interconexiones eléctricas submarinas. Futuro Económico para Canarias

Canarias7

El G20 en su reunión de Tokio (2019), recibió el documento básico de referencia elaborado por la Agencia Internacional de la Energía donde se situaba el hidrógeno  como elemento económico central de carácter global.   Este documento es la cristalización de importantes trabajos realizados desde las economías de referencia, incorporándose como elemento central en la Estrategia Económica Europea para salir de la crisis, la decisión se ha tomado desde el conocimiento de situación de la tecnología, señalando que en todos los pasos de la cadena, producción, distribución y uso del hidrógeno se está en fases muy iniciales, con eficiencia muy limitada, a pesar de lo cual se han previsto y movilizado enormes esfuerzos y presupuestos para el impulso inmediato en todos ellos.

Hay que entender que esto es así, porque el hidrógeno ha de ser la “clave de bóveda” que viene a resolver, en gran medida, la limitación básica de las energías renovables que es su almacenamiento, dándoles una capacidad que no era evidente, como es convertirlas en combustible y en material prima industrial para múltiples fines, ya que el hidrógeno o algún producto derivado de él, será usado directamente en motores de combustión qué pasarán a ser limpios (disminuyendo de forma sustancial la emisión de gases de efecto invernadero) y/o en pilas de combustible, con resultados equivalentes a los motores según la aplicación. Como materia prima será usado en un sinfín de fabricaciones: Producción de amoniaco para la industria química general (para la cual es un consumible muy generalizado producido en la actualidad mayoritariamente en países en desarrollo por su alto impacto ambiental), en la fabricación de abonos y fertilizantes y un sinfín de otros productos que se irán incorporando a distinto ritmo según se resuelvan los problemas técnicos y se abaraten los costes de producción.

En consecuencia, las energías renovables asociadas al hidrógeno aplicadas en Canarias no tendrán «solo» el ineludible fin de no ser una carga para el sistema eléctrico nacional y contribuir a disminuir/eliminar los impactos ambientales de la generación, que ya son un objetivo muy importante, sino que puede ser un motor de crecimiento ( probablemente el único previsible en este momento con una dimensión cuantitativa), que permitiría mejorar los indicadores socioeconómicos básicos con referencia a los datos anteriores a la pandemia. (PIB 47, 164M€uros, 18,78 % paro, 2019 y 20.763 € salario medio 2018). Es obvio que los procesos incrementales de las actividades económicas conocidas y maduras pueden tener este mismo efecto incremental en los indicadores económicos, sin embargo, han mostrado ya que no han sido suficientes para acercar la Comunidad a los niveles de renta y empleo en torno a la media nacional y mucho menos a la media europea.

La combinación de las condiciones absolutamente favorables para las energías renovables en Canarias, eólica, solar y marina (más la hidrólisis de agua de mar) debidamente desplegadas y gestionadas, deben permitir producir la electricidad y los combustibles (hidrógeno y o cualquiera de sus transformaciones) a precios altamente competitivos en el ámbito internacional. Abriendo la oportunidad que permitiría suministrar todos los tráficos con origen y destino en Canarias, añadido el suministro a flotas marinas en tránsito, ayudando y aprovechando los planes internacionales previstos para cambiar  a combustibles respetuosos con el medioambiente, mejorando las condiciones actuales y dando un soporte ambiental adicional al turismo como actividad económica regional clave, con la consecuencia “sorprendente” de pasar de ser consumidor a ser exportador neto de combustibles.

El volumen económico de solo está actividad, gestionada adecuadamente, debe permitir un crecimiento económico capaz de situar la renta y el empleo de Canarias en valores medios nacionales/europeos.

Para que esto pueda ocurrir, hay que tener una estrategia que incluya, desde la regulación a todos los niveles, la concertación sectorial, el desarrollo científico técnico y la formación, que hagan posible desde el principio desarrollar productos con precios competitivos internacionales y diferenciales con los competidores potenciales. Esta estrategia debe incluir decisiones claves, probablemente la más importante, la interconexión eléctrica submarinas entre los sistemas de Lanzarote/Fuerteventura y Tenerife/La Gomera a través de Gran Canaria que darían lugar a un sistema de generación con mayor capacidad, mucho más completo y estable, con una producción mejor distribuida en el conjunto del Archipiélago.

Hasta hace muy poco tiempo, se discutía si era viable técnico/económicamente un cable eléctrico submarino a dos mil metros de profundidad (necesario para la conexión Gran Canaria Tenerife). El rápido avance tecnológico hace que (al comparar este  con los incluidos en proyectos de conexión como el de Israel-Chipre-Grecia o el de Australia-Singapur) esta cuestión carezca de sentido desde el punto de vista técnico, devolviendo la reflexión a lo que es esencial, establecer la razón estratégica de las interconexiones y sus consecuencias económicas generales.

Hasta ahora, cuando el núcleo de la reflexión “solo” se establecía para atender las necesidades existentes y previsibles en el marco energético consolidado de Canarias y para facilitar en este contexto la incorporación mayor posible de renovables, los resultados podían resultar mas o menos ajustados en un análisis costes/beneficios convencional.

En la situación creada por la incorporación del hidrógeno y la oportunidad que ofrece a Canarias (que apenas se han comenzado a esbozar), la reflexión debe cambiar porque no se trata de atender “solo” las necesidades, se trata de abrir la oportunidad para producir de forma estable y gestionable, cantidades de energía muy superiores a las previstas hasta ahora para generar un conjunto de actividades nuevas, en un escenario que permitiría en un periodo de 10/15 años aumentar el PIB Canario en porcentajes, qué por su magnitud, han sido impensables hasta ahora.

Esta oportunidad, por la dimensión de aumento de riqueza, de equilibrio sectorial, territorial, de complejidad técnica, magnitud de inversión necesaria y concertación con el nivel estatal y europeo, requiere una reflexión y consenso social de amplitud equivalente. En Canarias las estrategias compartidas de archipiélago nunca ha sido fáciles, no obstante la experiencia anterior y la importancia para el bienestar del futuro, deberían dar la oportunidad de hacerlo posible.

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