En los últimos días y con seguridad en los próximos, están apareciendo y aparecerán informaciones sobre los COP16 y COP29 en mayor o menor intensidad, dependiendo de la situación informativa general.
La utilización de las denominaciones de COP seguida de un número, como si fuera un nombre propio o denominación inequívoca, es consecuencia de su uso habitual entre las comunidades de participantes activos en cada espacio temático, generando consecuentemente confusión innecesaria entre los ciudadanos que deberían ser los destinatarios de las actividades y las informaciones que en ellos se producen.
Por clarificar: COP es el acrónimo de la denominación en inglés de Conferencia de las Partes (Conference of the Parties) y se refiere en particular a cualquiera de los tratados internacionales aprobados en el marco de las Naciones Unidas por el número suficiente de países (las partes) con independencia del tema específico de que se trate.
El COP16 es la décimo sexta Conferencia de las Partes de la Convención sobre Diversidad Biológica de las Naciones Unidas, que trata de evaluar e impulsar el desarrollo del Marco Global de la Biodiversidad (GBF siglas inglesas) de Kunming-Montreal (alcanzado en dos fases, la primera en Kunming, China 2021 y la final en Montreal, Canadá 2022), donde se fijó el gran objetivo global de proteger al menos el 30% de las tierras y océanos del planeta en el horizonte del 2030. Sus sesiones se han venido desarrollando desde el 21 de octubre hasta ayer sábado, en la ciudad de Cali (Colombia), con enorme éxito de participación (mayor que cualquiera de las reuniones anteriores).
El COP29 es la denominación de la vigésimo novena Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, dirigida a conseguir el control del cambio climático en el marco de este siglo y que se desarrollará en Bakú, Azerbaiyán, del 11 al 22 del presente mes de noviembre.
La proximidad temporal no solo genera cierta confusión por las propias denominaciones de las conferencias, sino también por sus objetivos (a pesar de que las propias temáticas son sustancialmente distintas) y por los requerimientos metodológicos para alcanzar sus propios fines. Entre ambas hay una convergencia inevitable en cuanto a que pretenden conseguir la estabilidad de las condiciones de vida en el planeta, tanto para la humanidad como para el conjunto de ecosistemas globales, lo cual inexorablemente no facilita la comprensión general necesaria.
La COP16, como es habitual en este tipo de convenciones, ha llegado en los primeros días a los acuerdos más maduros y que tienen mayor grado de consenso, en este caso se pueden señalar:
El Acuerdo sobre la Participación de Pueblos Indígenas y Comunidades Locales al que le queda por resolver la aprobación del organismo subsidiario para su funcionamiento.
Y el caso relevante en el contexto de estas reflexiones sobre Crecimiento Azul:
El alcanzado para identificar y conservar las áreas marinas de alta importancia ecológica en aguas internacionales (en el que se han invertido más de 8 años), manteniendo el equilibrio para facilitar la conservación de la biodiversidad marina y respetar los derechos y jurisdicciones de los Estados según la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar y en el que específicamente se ha acordado:
Creación de un grupo asesor internacional: El grupo compuesto por expertos globales tendrá la misión de supervisar la identificación y actualización de las EBSAs coordinando esfuerzos de conservación en zonas internacionales.
Reconocimiento del carácter técnico del proceso: La descripción de estas áreas se realizará exclusivamente bajo criterios científicos y técnicos, sin implicaciones sobre soberanía territorial, manteniendo la neutralidad y respecto entre las naciones.
Participación inclusiva: Se promoverá la participación de pueblos indígenas y comunidades locales, mujeres y jóvenes en los análisis y la toma de decisiones integrando conocimientos tradicionales fundamentales.
Financiación internacional: Desde este momento inicial, países como Alemania, Bélgica, Canadá, Noruega y Suecia se han comprometido a apoyar los talleres científicos y técnicos que reunirán a los científicos y representantes comunitarios para ajustar las descripciones de las EBSAs (Ecologically or Biologically Significant Marine Areas).
Prórroga del mandato del grupo asesor: Se ha decidido extender el mandato de este grupo, garantizando un enfoque adecuado en la conservación marina.
Compromiso con el marco legal internacional: Se reafirma el papel de la Asamblea General de la ONU en la conservación y uso sostenible de la biodiversidad marina fuera de la jurisdicción nacional, promoviendo un futuro más sostenible y colaborativo.
También se ha constatado que, aunque el compromiso adquirido en el COP15 no se ha alcanzado (de los196 países que se comprometieron a presentar sus planes de acción nacionales, hasta el momento solo 44 lo han materializado), el proceso es objetivamente más rápido que el de similar desarrollo en 2020.
Es igualmente relevante y señala la dificultad de los acuerdos a alcanzar, que de los 17 países que albergan el 70% de la biodiversidad global solo cinco están comprometidos en la actualidad: Australia, China, Indonesia, Malasia y México.
Del mismo modo, al cierre de este artículo quedan pendientes los acuerdos más difíciles, los de aportar la financiación necesaria: cómo y quién la aportará y cómo se movilizarán los recursos. De igual forma que ocurrió cuando se alcanzó el acuerdo del Tratado original, está resultando difícil establecer las reglas de uso y beneficio de la información genética de las especies.
La próxima COP29 en Bakú (también noticia en estos días) tampoco será fácil, es una oportunidad crucial de acelerar la acción para abordar la crisis climática. Con las temperaturas globales alcanzando niveles récord y los fenómenos climáticos extremos afectando a personas de todo el mundo, el desafío es conseguir que líderes de gobiernos, empresas (incorporación novedosa en este tipo de tratados) y la sociedad civil puedan encontrar soluciones concretas a la situación.
Un tema clave (probablemente el “tema clave”) de la COP29 será la financiación, ya que se requieren billones de dólares para que los países reduzcan drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero y así se protejan vidas y medios de subsistencia de los crecientes efectos del cambio climático.
La conferencia también será un momento clave para que los países presenten sus Planes Nacionales de Acción Climática actualizados bajo el Acuerdo de París, ya que están comprometidos a ello y deben entregarse a principios de 2025. Si se hacen correctamente, estos Planes limitarán el calentamiento global a 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales y actuarán como Planes de Inversión que impulsan los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
La complejidad real de los temas objeto de estas convenciones y la derivada de los pocos esfuerzos que se realizan para facilitar la claridad de las explicaciones que hagan posible un buen entendimiento de las mismas (sirva solo de ejemplo las nomenclaturas COP), los alejan y aíslan de los ciudadanos, cuando la realidad última es que ellos serán los afectados de forma importante y los que pagaran (por aportación o por sacrificio) su ejecución, siendo evidente (en los últimos tiempos) como la falta de conocimiento y vinculación, instrumentalizadas adecuadamente, pueden generar rechazos y retrasos de importancia en la toma de decisiones y en la ejecución de las medidas necesarias.