En las últimas semanas han aparecido noticias sobre la finalización del despliegue submarino de una unidad de proceso de datos de Microsoft en Escocia. Con independencia del significado del experimento y de sus resultados conocidos, es un ejemplo específico del significado y sentido de lo que entendemos por Crecimiento Azul.
De forma continuada y discreta, se ha venido sustituyendo la transmisión transoceánica inicialmente de voz por la transmisión de datos, integrando su resultado de forma natural en la actividad social general y señalando los nuevos retos consecuencia de la confluencia tecnológica que impulsa la Internet de las Cosas, la Industria 4.0, la Navegación Autónoma, etc…
El tendido de cables submarinos trasatlánticos, se inició y extendió por el mundo para dar soporte al telégrafo. El primer cable para telégrafo se tendió en 1858 y estuvo en servicio 3 semanas culminando varios intentos fallidos anteriores e impulsando (a pesar de los problemas) la culminación con un tendido operativo efectivo y duradero 1866, con una velocidad de comunicación razonable (el primer mensaje que se envió a través del cable en 1858, tardó 17 horas y 40 minutos en transmitirse a una velocidad aproximada de una letra cada dos minutos).
El desarrollo de la telefonía terrestre, planteó (como había sucedido con el telégrafo), abordar la conexión entre continentes y a pesar del reto tecnológico y económico que suponía, el primer cable telefónico submarino transoceánico se instaló en 1956, entre Estados Unidos Canadá y Europa. El Cable Trasatlántico (TAT-1) permitió la comunicación de “36 líneas telefónicas” entre los países promotores.
A partir de la primera instalación, la velocidad de crecimiento del número de cables tendidos y la capacidad de cada uno de ellos ha venido creciendo de forma continuada, sin que las comunicaciones aéreas o por satélite hayan supuesto una limitación significativa, sino por el contrario completando en conjunto un sistema global más potente y capaz.
El siguiente salto disruptivo se produce en 1988 con el tendido transatlántico del primer cable submarino de fibra óptica conocido por TAT-8 (manteniendo la serie de denominaciones), con referencia al primer tendido de cobre que soportaba 36 líneas, el primer cable de fibra óptica aportaba 40.000 circuitos telefónicos.
No es necesario extender los argumentos para confirmar que el mundo que conocemos no se puede entender sin la gigantesca extensión y capacidad de las redes de cables submarinos que están en operación en el mundo (el 99% de los datos totales navegan por los cables submarinos), las últimas estimaciones apuntan la existencia de 1,1 millones de kilómetros tendidos de cable, equivalentes a dar más de 27 vueltas al mundo a la altura del Ecuador.
Resulta evidente que la industria de la transmisión de datos a través de cables submarinos, se puede calificar como una actividad consolidada, madura y capaz de incorporar nuevas tecnologías para atender de forma eficaz las necesidades sociales y las demandas del mercado global.
No se puede dejar de señalar que en España el marco legal básico que rige el tendido de cable submarino es la ley de 12 de enero de 1887, por la que se incorporó a la legislación española el Convenio Internacional sobre Cables Submarinos firmado en París el 14 de marzo de 1884. Las consecuencias de un marco legal de más de 130 años en una actividad cada vez más tecnificada y compleja exceden el alcance de este artículo, pero se ha de señalar que ya ha sido un obstáculo en el pasado y lo será más frecuentemente y en mayor medida en el futuro.
La noticia sobre los resultados del experimento de Microsoft, apuntan en la dirección de una nueva actividad emergente de una dimensión hoy imprevisible aunque sin duda de alto potencial si se consolida.
La novedad presentada se corresponde con la recogida en Escocia, dónde se había instalado hace 2 años, a una profundidad de 35 m un contenedor hermético que contenía 864 servidores, en una atmósfera controlada de nitrógeno. Este experimento es continuación de otro inicial realizado en agosto de 2015 en California donde se ensayó una unidad más pequeña durante 105 días cuyo resultado hicieron posible el experimento que ahora es retirado del mar.
Durante el tiempo que la instalación ha estado funcionando sumergida, ha tenido una unidad gemela en tierra, lo que ha hecho posible la comparación permanente. La evaluación del experimento no está finalizada, no obstante, entre los resultados preliminares, ya conocidos, destaca que los servidores del centro de datos submarino han demostrado tener un índice de fallos ocho veces menor respecto a los que se han producido en la unidad en tierra.
Con independencia del valor específico del experimento, en el contexto del Crecimiento Azul procede preguntarse cuáles pueden ser las razones que impulsan iniciar un camino tan plagado de dificultades bien conocidas y que futuro pueden tener.
Hay una primera razón objetiva, aunque a veces poco visible, y es el consumo energético qué es necesario para refrigerar los centros de datos. Las cifras señalan que en la actualidad suponen aproximadamente un 3% del consumo global de energía, manejándose que puede llegar a ser del entorno del 14 % en el año 2050. Estos consumos son consecuencia del enorme número de servidores trabajando en el mundo, se encuentran referencias señalando que, solo Microsoft tiene operativos más de 100.000 distribuidos en 100 emplazamientos a lo largo del mundo. otros dos factores, el de localización, que ubica una cantidad próxima a la mitad de la población en la franja terrestre que se extiende hasta aproximadamente 200 kilómetros de la costa, a lo que se añade como otro factor, la necesidad de acercar las capacidades de procesos a dónde se necesitan/se usan los datos.
Estas necesidades ahora encuentran que el esfuerzo de instalarse en el mar se va simplificando en la medida que las tecnologías de estanqueidad, los costes de fabricación y operaciones de instalación, son cada vez más robustas, más fáciles y menos costosas. Adicionalmente puede ser relevante por su situación de emergentes, tecnologías electrónicas capaces de soportar directamente presiones importantes y el agua salada.
Todas estas iniciativas nacen con los condicionantes ambientales como requisitos de partida como lo es en el conjunto del Crecimiento Azul impulsado desde Europa.