Las noticias relacionadas con el trabajo y los informes del IPCC son en general resumidas en titulares de prensa con ideas muy claras y sencillas, tratando de transmitir la preocupación que sus documentos expresan desde el mismo momento de la creación del IPCC y por la acumulación continuada de evidencias que sobre la magnitud e intensidad del Cambio Climático vienen aportando desde el inicio de su labor en 1988.
Conviene recordar que el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC de su denominación en ingles International Panel Climate Change), fue establecido entre la Organización Meteorológica Mundial OMM y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente PNUMA, con el fin de facilitar evaluaciones periódicas con la mejor, más rigurosa y equilibrada base científica, a los responsables de la toma de decisiones políticas en cualquier ámbito, incluyendo proyecciones futuras sobre conjuntos de hipótesis diversas. En este momento el grupo está formado por expertos de los más de 195 países miembros.
Esta semana se ha publicado el informe del Grupo de Trabajo III de Mitigación del Cambio Climático (que sigue al del Grupo II de Impactos, Adaptación y Vulnerabilidad publicado el 28 de febrero de 2022 y al del Grupo I, La Base de Ciencia Física publicado el 9 de agosto de 2021), con un ligero adelanto para que pudiera estar disponible antes del COP26 celebrado en Glasgow en noviembre pasado, quedando pendiente el documento final “Informe de Síntesis”, de este sexto periodo de evaluación AR6.
Prácticamente a lo largo de un año se van sucediendo las informaciones diferenciadas según la finalidad y el contenido de cada uno de estos documentos (aportaciones con distintas perspectivas), en cada caso las que son propias del grupo que las emite. Como referencia de la complejidad que tiene la elaboración y la robustez de la información que incluyen estos documentos, se debe conocer que han intervenido directamente en este proceso más de 1000 expertos y se han revisado más de 34.000 artículos científicos.
Los documentos completos son inabordables para los no expertos, por lo que de cada uno de ellos se produce un resumen técnico y uno específico (que está en el centro de la finalidad del trabajo del IPCC) qué es el denominado RRP “Resumen para responsables de la formulación de políticas”.
Es evidente que, en este documento y dadas las circunstancias actuales, la evaluación de la realidad de los últimos años es de gran importancia, ya que las catástrofes actuales proyectarán sus consecuencias sobre los valores de los datos de referencia presentados en el informe, a la vez que influirán en las previsiones añadiendo estímulos y limitaciones adicionales.
Este último documento y los anteriores de este periodo AR6, merecen una atención importante y sus conclusiones deberían ser tenidas en cuenta en muchas de las decisiones que se han de adoptar en los próximos años en todos los niveles.
Entre las referencias básicas se pueden señalar:
Las emisiones antropogénicas netas totales GEI (Gases de Efecto Invernadero), han seguido aumentando durante el periodo 2010-2019, al igual que las emisiones netas acumuladas de CO2 desde 1850. Las emisiones medias anuales de GEI durante 2010-2019 fueron más altas que en cualquier década anterior, pero la tasa de crecimiento entre 2010 y 2019 fue inferior a la de entre 2000 y 2009.
- Las emisiones antropogénicas netas de GEI han aumentado desde 2010 en todos los principales sectores de actividad a nivel mundial. Una proporción cada vez mayor de las emisiones pueden atribuirse a las zonas urbanas.
- Las contribuciones regionales a las emisiones mundiales siguen diferenciándose ampliamente.
- Los costes unitarios de varias tecnologías de bajas emisiones han disminuido continuadamente desde 2010.
- Desde el anterior informe AR5, se ha constatado una expansión continuada de las políticas y leyes que producen mitigación. Esto ha llevado a evitar emisiones que de otro modo se habrían producido y aumentar la inversión en tecnología e infraestructura con bajo contenido de GEI.
- Las emisiones globales de GEI en 2030 asociadas con la implementación de las contribuciones determinadas a nivel nacional, anunciadas antes del COP26 harían probable que el calentamiento supere los 1,5ºC durante el siglo XXI.
- Sin un fortalecimiento de las políticas, más allá de las que están previstas actualmente, para alcanzar el máximo de emisiones entre 2020 y 2025 el resultado de los análisis proyecta que las emisiones de GEI aumentarán, lo que conducirá a un calentamiento global medio de 3.2ºC (2.2 a 3.5) para 2100. Las medidas previstas para alcanzar un máximo de 1.5ªC permitirían conseguir el cero emisiones en 2050, si se rebasan moderadamente hasta 2.0ºC la emisión cero se alcanzaría en 2070.
- Las emisiones netas cero de CO2 del sector industrial, son un importante desafío, pero posible de alcanzar con una acción coordinada a lo largo de las cadenas de valor.
- Si se quieren lograr emisiones neutras de CO2 será inevitable el despliegue de sistemas de retirada de activos para compensar las emisiones residuales difíciles de evitar. Todos los procedimientos que están siendo considerados, incluidos los basados en el incremento de producción de biomasa pueden producir efectos indeseables que tendrán que ser valorados.
Los titulares de prensa de estos días relativos a la publicación de este informe señalan: “Ahora o nunca”, “Urgente pero no imposible”, “El tiempo para la acción es ahora”, “No será ni fácil ni barato”. De una u otra forma el mensaje es esencialmente el mismo: A pesar de que hay ejemplos claros de que hacer y cómo para evitar las peores consecuencias del Cambio Climático (que está sucediendo y que se están acelerando, aunque todavía aparezca algún negacionista), las evidencias que muestra el informe del IPCC, una vez más, es que las medidas tomadas no son suficientes y las consecuencias realmente indeseables son cada vez más y de efectos más graves.
Es cierto que son necesarias medidas de escala global, que escapan de las posibilidades individuales o entidades de dimensión limitada, pero también lo es, que ya hay ejemplos claros que señalan como las acciones locales o de dimensión espacial limitada son una contribución relevante para disminuir y mitigar los efectos del Cambio Climático.
En esta visión es donde decisiones que conduzcan a reducir a cero las emisiones, como las que de ser tomadas en Canarias lo podrían alcanzar, se vuelven críticas no solo por su valor especifico local, sino también por el valor absoluto de la reducción en el balance global y que como señala el informe: “La gobernanza climática efectiva y equitativa se basa en el compromiso con los actores de la sociedad civil, los actores políticos, las empresas, los jóvenes, los trabajadores, los medios de comunicación y las comunidades locales”, conectando los niveles de formulación de políticas nacionales y subnacionales”.