La necesidad y el compromiso de alcanzar la satisfacción de los requerimientos energéticos de la población mundial de fuentes renovables «ya» no es discutible, puede haber y hay posiciones en cuanto a los plazos en que se debe conseguir y en la distribución de éstos plazos entre los países, principalmente por la intensidad del esfuerzo económico que es necesario para conseguirlo.
Hay otro gran consenso respecto a que no hay una única tecnología que sea la más adecuada para resolver el problema en cualquier lugar. Probablemente la energía proveniente de la fusión podrá aproximarse a serlo, pero los tiempos necesarios para su desarrollo hacen que no pueda ser considerada en las planificaciones sobre escenarios previsibles, aunque sigue avanzando con pasos firmes. La geografía y la climatología de cada zona determinan de forma muy drástica cuál ha de ser la solución energética en cada caso, aunque la combinación de tecnologías que hacen posible la solución (mix energético) está condicionada por los recursos aprovechables y por las características de la demanda.
El aprovechamiento hidráulico de los cauces de los ríos ha sido, sin duda, la vanguardia de la producción de las energías renovables y todavía hoy juega un papel significativo e importante en muchas zonas del mundo, así mismo, es el referente de como condicionantes adicionales a la necesidad y disponibilidad del recurso pueden afectar a la aplicación de una tecnología. En este caso las limitaciones ambientales han reducido su desarrollo y probablemente impedirán muchos nuevos aprovechamientos (un ejemplo es la última gran presa posible, la de Inga en el río Congo, a pesar del gran déficit energético africano).
Esta adaptación a los recursos disponibles y al resto de condicionantes locales y ambientales son el conjunto que gobierna y dirige el desarrollo tecnológico. En esta realidad la energía eólica instalada en tierra ha venido creciendo continuadamente, mejorando sus rendimientos y precios de forma constante hasta impulsar su acceso al mar en el entorno privilegiado del norte de Europa, donde la profundidad del mar crece muy lentamente haciendo posible que la diferencia de precio de instalación no sea grande, de tal forma que el sobrecoste puede ser absorbido por la mayor cantidad y calidad del recurso eólico en el mar. A lo que ha de sumarse, el impulso tecnológico que ha conseguido que en 5 años el precio de adjudicación en concursos se haya reducido más de 3 veces, pasando de 150 € MWh en 2014 a 44 € MWh en 2019. Por lo que en países como Holanda y Alemania el precio es ya competitivo, permitiendo la incorporación al mercado sin ayudas adicionales, lo que viene a corroborar como una política inteligente de impulso tecnológico produce solución eficiente a problemas de importancia.
Esta eólica marina apoyada/fijada en el fondo del mar (conocida por eólica offshore) es en este momento una tecnología madura, eficiente y competitiva con una expectativa de mercado importante para los próximos años. Su propio y rápido éxito ha venido a revelar sus posibilidades a largo plazo, propiciando con su desarrollo el establecimiento del límite de su instalación en 100m de fondo, lo que, dado que los emplazamientos de esta profundidad en el resto del mundo son escasos y muy cercanos a costa, tiene como consecuencia la necesidad de impulsar la denominada eólica flotante capaz de operar de forma efectiva a mayores profundidades.
La experiencia de desarrollo de la eólica offshore, permite calcular que en menos de 10 años (2020-2030) será posible reducir los costes actuales de los primeros proyectos de demostración, que están en torno a los 180/200€ MWh, al rango de los 40/60 MWh, propio de los mercados maduros. Esta rapidez en la maduración de la eólica flotante se apoya en el imparable crecimiento de las potencias de los captadores eólicos que ya hacen disponible máquinas de 12MWh y que se plantean crecimientos continuados, realizándose en la actualidad estudios iniciales de máquinas de hasta 25MWh.
Canarias, en este contexto se sitúa con capacidades y ventajas competitivas claras:
Tenemos un sistema eléctrico fragmentado, poco eficiente desde el punto de vista medioambiental, incumplidor de los compromisos internacionales y caro (carestía que no se evidencia cotidianamente, ya que los sobrecostes en parte se prorratean en el sistema eléctrico nacional y otra parte se paga desde los Presupuestos Generales del Estado).
Tenemos un recurso de viento muy bueno en general, con enclaves extraordinarios de referencia internacional próximos a 5000 horas anuales de viento útil. Las profundidades mayores de 100 metros se pueden elegir con distancia a tierra que permitan cables submarinos de conexión cortos y por tanto en costes convenientes.
Tenemos capacidades tecnológicas en instituciones y personas, empresas competitivas con importante potencial de crecimiento y participación en las iniciativas de desarrollo tecnológico.
Este conjunto hace que muchas de las empresas de desarrollo que están trabajando en España (aproximadamente el 25% de las patentes mundiales de sistemas eólicos flotantes son españolas, 7 de 27) y de otros países europeos estén siendo atraídas para su desarrollo en Canarias.
Las cifras que aparecen en todos los análisis respecto al futuro de la eólica flotante son espectaculares, solo como referencia de las más recientes publicadas por Carbón Trust, la previsión es que en esta década se instalen 10,7 GW a nivel mundial y en la siguiente, hasta el 2040 se alcance 70GW, lo que de acuerdo a los cálculos del Global Wind Energy Council (GWEC) y la Organización Eólica Mundial (GWO), suponen 26.000 y 140.000 empleos respectivamente.
La oportunidad que se presenta es radicar en Canarias una parte de esa actividad, tanto en las personas (consiguiendo formar profesionales de primer nivel internacional, que puedan participar en las actividades generadas) como en el tejido industrial, apoyando la especialización y proyección internacional de las empresas locales. Las pocas aún, pero importantes experiencias en Canarias donde han participado astilleros, empresas logísticas, ingenierías, buceadores, barcos de apoyo y trabajo, etc… han mostrado con éxito que es posible.
Pasar de ejemplos de éxito, a estrategias de éxito, requiere ir transitando de lo individual a lo cooperativo y como en otros lugares del mundo (Alemania, Dinamarca, Noruega, Holanda, Escocia) la cooperación público privada es la clave, porque la oportunidad es grande pero la competencia es enorme y decidida. Así mismo, el imprescindible soporte económico mínimo suficiente que es siempre un problema, en los próximos años estará disponible en Europa para quienes sean capaces y hagan el esfuerzo necesario.