El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima PNIEC, es el documento estratégico con el que se da respuesta y cumplimiento al Reglamento 2018/1999 del Parlamento Europeo y del Consejo de 11 de diciembre de 2018, sobre la gobernanza de la Energía y de la Acción por el Clima.
El PNIEC, vuelve a la actualidad al abrirse a información pública el borrador del Estudio Ambiental Estratégico de la adaptación mejorada para el periodo 2023/2030 remitido a la Comisión el 28 de junio de 2023 (misma fecha en que se sometió a consulta pública), como parte del calendario de actualizaciones que el reglamento europeo prevé y que ahora completa su tramitación nacional con el Proceso de Evaluación Ambiental Estratégica.
Esta actualización se produce sobre el PNIEC inicial (elaborado para el periodo 2021/2030), aprobado para su remisión a la Comisión en su versión final, el 16 de marzo de 2021.
Las revisiones periódicas, tratan de estimular y comprobar el alineamiento de las políticas nacionales y sus estrategias con el contexto europeo, que en este caso debe plantear dar respuesta a los últimos e importantes paquetes estratégicos y regulatorios europeos: Objetivo 55 y Repower Edu.
El documento expresa la voluntad gubernamental de acelerar el proceso general de transformación para alcanzar los objetivos previstos en 2050 lo antes posible. La versión actual se plantea como una extensión y aceleración de la anterior que formalmente se muestra señalando explícitamente los cambios y objetivos que se mejoran, conservando los elementos del estudio ambiental estratégico inicial y las indicaciones establecidas en la revisión de alcance emitida por la Dirección General de Calidad y Evaluación Ambiental el 18 de abril pasado respecto a su aplicación.
Los Objetivos de la Actualización, conceptualmente y de forma muy resumida (el documento sometido a la consideración pública tiene 564 páginas) se agrupa en cinco grandes apartados:
Descarbonización.- Cuyo objetivo final es alcanzar a ser un país neutro en carbono antes de 2050 medido en términos de un balance cero de emisiones de Gases de Efecto Invernadero GEI, lo que supone la mitigación del 90% de las emisiones brutas de GEI respecto de 1990.
Eficiencia Energética.- La estrategia plantea alcanzar un nivel mejor y más rápido que lo previsto en el conjunto de la Unión Europea, actuando sobre: actividades en la industria; transporte ferroviario y marítimo; reducción y transformación de tráfico de mercancías y personas: rehabilitación del parque edificatorio…
Seguridad Energética.- Impulsando un esfuerzo notable en la autosuficiencia energética, sustituyendo de forma significativa la dependencia de las importaciones de combustibles fósiles, por la producción propia de todo el conjunto de origen renovable que se impulsa directamente en el Plan Nacional.
Mercado interior de la energía.- Los objetivos correspondientes a este apartado dan respuesta a la necesidad de disponer de un mercado más competitivo, transparente, flexible y no discriminatorio, con un alto grado de interconexión que fomente el comercio transfronterizo y contribuya a la seguridad energética. Este mercado debe estar centrado en los consumidores y su protección, estableciendo las condiciones necesarias para garantizar una transición justa y abordar las situaciones de pobreza energética.
Investigación, innovación y competitividad.- El conjunto de acciones sobre las que se basa el desarrollo del Plan (por su propia naturaleza y grado objetivo de desarrollo), requieren un soporte e impulso específico en la I+D+i. En el marco europeo, este soporte se articula principalmente a través del Plan Estratégico de Tecnologías Energéticas Set Plan y en el ámbito nacional, se encomienda de forma novedosa a la Estrategia Española de Ciencia Tecnología e Innovación, gestionada e impulsada por el Ministerio de Ciencia Innovación y Universidades.
En la actualización (sometida a consulta pública de su Estudio Ambiental Estratégico) se han incorporado un conjunto de aspectos transversales en la Transición Ecológica que incluyen la perspectiva de género y la adaptación al cambio climático y elementos relacionados con la conservación del medio ambiente.
Prácticamente todas las cifras indicadoras de avance hacia los objetivos finales en 2050 se mejoran (en mayor o menor medida) para el periodo inicial programado hasta 2030, objetivados en una tabla donde para cada uno de ellos se establece cual era el objetivo 2020 y cual el actual (que en la mayor parte de los casos superan los objetivos del conjunto de la Unión Europea para el mismo periodo).
Como referencia se puede señalar algún ejemplo de los indicadores más significativos, que se incrementan respecto al 2020 en la actualización del plan 2023: Del 23 al 32% en la reducción de emisiones de GEI; del 74 al 81% en el porcentaje de renovables en la generación eléctrica; del 42 al 48% en el porcentaje del mix energético final; del 61% al 51% en la dependencia energética…Para que este avance sea posible se ha de movilizar una inversión de 294.000 M€ de los que el 85% deberán ser privados y un 15% públicos (de los cuales un 11% serán fondos europeos), que producirán un incremento del 2,5 del PIB nacional y un aumento de empleo de 430.000 en 2025 y de 522.000 en 2030.
El Plan Nacional y sus homólogos en otros países de la Unión, se enfrentan a dos conjuntos de dificultades importantes:
El primero es consecuencia de la inestabilidad financiera y del contexto económico internacional, que están haciendo más costoso y difícil la aplicación de las importantes cantidades de fondos necesarios para alcanzar los objetivos previstos.
El segundo se deriva de la articulación de resistencias sociopolíticas, basadas en posiciones negacionistas (conceptuales o de oportunidad), que se apoyan en la asimetría de la distribución de los costes y beneficios (en gran medida conocidos y predecibles), del desarrollo de la Estrategia que es intrínseca al proceso. La diferencia en la distribución de los costes en general se ha venido obviando, haciendo referencia únicamente al balance global, respecto del cual todas las previsiones coinciden en que será en conjunto positivo.
El Ministerio en esta versión de 2023, en consulta pública, siguiendo esta tendencia, señala explícitamente que:
“De manera complementaria al impulso a las renovables, el PNIEC apuesta por otros elementos que, si bien como cualquier actividad conllevan impactos, van a traer consigo múltiples beneficios netos”.
La falta de explicación clara y previa de dónde y a quiénes va a corresponder hacer frente a los costes directos y cómo se van a paliar o compensar (en este caso, en el marco europeo), está empezando a producir rechazos importantes que son fácilmente aprovechables por los opositores conceptuales y populistas en general. Esto se viene observando inicialmente en los movimientos en zonas donde las actividades ligadas a los combustibles fósiles han sido fundamentales hasta ahora y en las que se empiezan a hacer evidentes las consecuencias de su reducción y su previsible eliminación.
En Europa, los agricultores se han movilizado de forma generalizada por las consecuencias económicas que tienen los condicionantes ambientales en sus actividades, en el núcleo de los cuales se encuentra la transformación energética del sector. Particularmente, en España, los pescadores lo han hecho de forma muy amplia, en oposición al desarrollo de la eólica marina, por los importantes condicionantes perjudiciales que les va a producir y que no están ni identificados ni cuantificados suficientemente según su criterio.
En consecuencia: Cada día se hace mas critico añadir a las valoraciones positivas del balance total de la transformación energética global necesaria y urgente la cuantificación de donde y a quien afectaran los impactos negativos inevitables; como se reducirán al mínimo; paliaran o se compensaran, ya que, de no hacerlo adecuadamente, se pueden convertir en un freno o ralentización de graves consecuencias para alcanzar los objetivos imprescindibles previstos.