Pesca y Energía Azul. ¿Es posible?

Canarias7

La Hoja de Ruta para la Eólica Marina y las Energías del Mar (HREMEM), manifiesta la posición estratégica gubernamental de como España se plantea desarrollar y aprovechar estas energías en el mix energético, en el impulso de la industria específica y como con ellos se contribuirá a los objetivos energéticos/climáticos nacionales y europeos, en los dos escenarios de planificación establecidos para su seguimiento en 2030 y 2050.

Las horquillas establecidas entre 1 y 3GW para la eólica marina y entre 40 y 60MW para las energías del mar, pueden valorarse atendiendo a diferentes criterios como: Si en valor absoluto son los que corresponden a los recursos disponibles y a la capacidad industrial; si las horquillas son demasiado amplias y por tanto poco determinantes de la voluntad clara etc. Sin embargo, hay un criterio que no admite matices y que viene a romper una situación de hecho profundamente contradictoria: Como es qué disponiendo de recursos importantes ampliamente distribuidos en la costa española, capacidades industriales y empresariales contrastadas (por la presencia y participación activa y de éxito en los mercados internacionales), actualmente en España solo hay instalada una unidad eólica marina (de 5 MW), en Gran Canaria.

Esta situación ha sido consecuencia del hecho determinante y característico por el cual las instalaciones en el mar no solo requieren la autorización ambiental, de conexión técnica y de capacidad (como ocurre para este tipo de instalaciones en tierra), sino que, dado que se instalan en espacio público, requieren una autorización de ocupación que se ha de hacer sobreponiéndose de alguna manera a las ocupaciones de usos preexistentes. En el norte de Europa este proceso ha sido resuelto de forma efectiva y en España no, por lo que prácticamente se han impuesto absolutamente los usos tradicionales sobre los emergentes, con la consecuencia del bloqueo total hasta ahora.

La publicación de la propia hoja de ruta HREMEM, añadida a las previsiones conocidas (aunque aún no aprobadas) incluidas en el Plan de Ordenación del Espacio Marítimo (POEM), ha abierto la expectativa razonable de que en un plazo «próximo” (aunque indeterminado), habrá oportunidades para que estas energías puedan desarrollarse de acuerdo con las posibilidades de los recursos, capacidades técnicas y las necesidades objetivas del país.

Las consecuencias de estas expectativas han sido inmediatas, de un lado se han acelerado las presentaciones de iniciativas empresariales específicas en sitios concretos, lo que ha generado en cada entorno la reacción de los usuarios tradicionales. Una actual (de las más rápidas, amplia y enérgica), ha sido la Plataforma Manifiesto de Burela, en defensa del sector pesquero del Cantábrico noroeste, impulsada por una treintena de colectivos de pescadores del Cantábrico, considerando que “los parques eólicos marinos no son compatibles con la pesca en la plataforma continental”. No son un ejemplo aislado, sino que forman parte de la reacción directa muy generalizada que se inició (probablemente por dimensión y unidad), como reacción al Parque de Tramuntana (1000 MW), frente al Golfo de Rosas que aunó en el rechazo a las seis localidades próximas y empresarios de la zona junto con los pescadores. Este mecanismo de acción/reacción se ha ido extendiendo a prácticamente todas las iniciativas que se han ido planteando en cualquier lugar de España, incluyendo las de Canarias.

No hay sorpresa alguna, es un proceso consolidado de respuesta del sector pesquero, sometido en los últimos muchos años a un duro proceso de ajuste: Cantidades que pueden pescar, presión de los conservacionistas y de competencia con otros usos emergentes entre los que destaca la acuicultura. Sin embargo, la sorpresa si está en los pocos esfuerzos realizados para entender la capacidad y potencialidad de convivencia y concertación de las actividades emergentes y tradicionales, incluyendo efectos y oportunidades sinérgicas claramente detectadas, que son imprescindibles para hacer posible el desarrollo y ejecución compartida de ambos tipos de actividades, alcanzando los objetivos planteados.

 

Algo que se ha de añadir, es que la transposición de experiencias como las del norte de Europa, es imprescindible pero no suficiente, ya que las condiciones locales de todo tipo son determinantes la mayor parte de las veces.

Un ejemplo significativo son las franjas de prohibición en 500/600 metros a ambos lados de los cables de transmisión eléctricos a tierra, establecidas para protegerlos de las faenas pesqueras con artes de arrastre (de gran peligrosidad tanto para los pescadores como para las plantas de producción). En Canarias podrían ser limitadas hasta prácticamente su eliminación, ya que legalmente no es posible la pesca de arrastre y el desarrollo de prácticas contrastadas para las faenas con los artes tradicionales usados lo harían posible.

Llegado a este momento solo hay (simplificando), dos resultados posibles y de fórmulas para alcanzarlos: Que la oposición de las actividades tradicionales logre retrasar hasta impedir o minimizar el desarrollo de las energías azules; o que se alcancen acuerdos y se establezcan metodologías y prácticas que lo hagan posible de forma satisfactoria y con beneficios razonables para todas las partes (incluyendo los ciudadanos y actividades alejadas y sin percepción de la realidad productiva de la que se van a beneficiar directamente), disfrutando todos de la contribución al equilibrio ambiental global.

En ambos casos, el conflicto/confrontación (que es una de las dos posibilidades para abordar esta compleja situación), solo añade ineficacia y pérdidas a cualquiera que sea la solución que se alcance.

 

Afortunadamente hay ejemplos de que el camino útil y fructífero de la cooperación es posible, alguno muy próximo, como el Proyecto Despesca, en el que pescadores de San Cristóbal (Las Palmas) y Melenara (Telde) realizaron sus labores de pesca habituales en el contexto típico de cables eléctricos submarinos de gran potencia, mientras colaboraban con el Cabildo de Gran Canaria para la demostración de la sostenibilidad de la pesca con sus artes tradicionales (cazonal y nasas).

 

El señalamiento en la medida 3.6 de la HREMEM  del “Desarrollo temprano del despliegue de la eólica marina en las Islas Canarias”, como parte del “Marco claro para el despliegue de la generación renovable marina” en España, da un soporte  extraordinario para aprovechar las condiciones, capacidades y experiencias disponibles en el Archipiélago. Para que este desarrollo se haga sumando a los pescadores y el resto de usos tradicionales: Turismo, transporte, deporte, acuicultura y otros, permitiendo aprovechar con beneficio para todos esta oportunidad única de diversificación sectorial, crecimiento económico y empleo.

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